Capítulo 48

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Capítulo 48
[Ser derrotada por él, ¿es un asombroso premio o un castigo placentero? Quizás es ambos]

Aisha Hansley

— ... Y eso pasó ayer. Te juro que no he podido pegar ojo en toda la noche. Y lo peor de todo, es que ahora no estoy segura de querer casarme con Lukas — le dije a Arthur, decepcionada de mí misma.

Él tomó cuatro six-pack más de cervezas y las puso en el carrito de compras. Se quedó ido un momento, pero luego reaccionó y dijo, — Lo de ayer fue una cita, tú no lo sabías, pero los demás sí. Bueno, al menos Ellen sí lo sabía.

— No fue una cita. Dylan dijo que Ellen lo obligó a ir, más bien, dijo que lo amenazó — le recordé.

— ¿Crees que alguien como Dylan es tan fácil de amenazar? Ja. ¿En verdad te crees eso, Aisha? Tú misma sabes que no es un tipo al que puedas manejar así de fácil. Tiene dinero como para comprarse cien acuarios si quisiera, ¿y crees qué unos pececillos lo harán doblegarse? — resopló Arthur —. Por favor. Está más fácil de creer que juntos lo planearon. O, quizás, sospechó de las intenciones de Ellen y por eso accedió.

— No creo — fruncí el ceño, pensando —. Tal vez sus peces son importantes para él y temió que Ellen hablara en serio.

— Por favor, para Dylan no hay nada más importante que tú. Ni siquiera unos peces. Él vio una oportunidad de estar contigo y la aprovechó, fin.

— Si tú lo dices — hice un mohín —. ¿Por qué tantas cervezas? — le pregunté, ya que veía como metía más al carrito.

— Esto no es nada, solo espera a ver todo el licor que llevará Oliver — Arthur sonrió, maliciosamente.

— ¿Convertiremos la casa de Fred en una cantina o qué?

— Sí. Bueno, algo parecido.

Hoy es el cumpleaños de Alan y, entre los chicos, quedamos de festejarlo en casa de Fred, ya que su madre no estará porque anda visitando a la abuela de Fred. O sea, la madre de la madre de Fred.

Arthur y yo somos los encargados de conseguir las cervezas, golosinas, vasos y algunos ingredientes para las botanas. Oliver es el encargado del licor. Dylan del pastel. Y Fred de la comida, su novia, Pame, se ofreció a decorar la casa.

— ¿Tenemos todo ya? ¿O falta algo más? — pregunté, ojeando el carrito.

— No, ya está todo. Vamos a pagar y de ahí lo llevamos a casa de Fred.

Sin querer volteé hacia donde estaban los chocolates, tomé una caja de ellos y los metí al carrito.

— No eres muy fan del chocolate como para comerte una caja entera de ellos, ¿por qué la compras? — preguntó Arthur, con extrañeza.

— No son para mí — fue lo único que dije.

— ¿Para quién son? ¿Para Adam?

— No. Los llevo para alguien más.

— ¿Para quién? — insistió Arthur.

— Deja de preguntar tanto y vámonos de una vez — me coloqué detrás de él y empecé a empujarlo, como si fuera un carrito de compras.

Perfecto Desastre © #1 [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora