Capítulo 42

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Capítulo 42
[Silencio y más silencio; el silencio puede ser peligroso, desconcertante e inquietante]

Aisha Hansley

Una horrible pesadilla me despertó a plenas 2 de la mañana y supongo que no debería intentar ver películas de terror solo para sentirme "valiente."

Ya aprendí la lección, aunque... Bueno, a decir verdad, no lo parece.

Dylan dormía profundamente a mi lado, su torso desnudo solo ocasionaba que tuviera pensamientos pervertidos dentro mi cabeza. Salí por la ventana y me senté a observar la oscuridad que inundaba la ciudad.

Filipinas no es un lugar como New York o París, donde parece que jamás les llega la factura de luz. Es un lugar sin mucha relevancia, comparado con lugares más nocturnos, como Las Vegas, por ejemplo. Pero eso sí, es un lugar hermoso.

En mi mente aún retumbaban las palabras que me había dicho la psicóloga. Me resultaba un poco gracioso el hecho de que el chico al que debo dejar ir por mi bien y por mi salud mental esté dormido en mi habitación, después de haberme dado la mejor follada de mi vida.

Irónico, ¿no es así? 

Mi mente día tras días parece ser un campo de batalla, un lugar donde la cordura y la locura pelean por ver quién tiene la razón.

— ¿Qué haces aquí? Vas a resfriarte — dijo Dylan, sentándose a mi lado.

— No puedo dormir — fruncí los labios, sonriendo —. Cuando era pequeña y me sentía sola o no podía dormir, salía a tomar aire fresco y me sentaba siempre aquí en este lugar aburrido.

— Es lindo, no es aburrido como tú dices — esbozó una sonrisa —. Yo solía llorar de pequeño casi todas las noches y estar solo era lo de menos para mí, ya que no conocía la compañía de otra persona. Es un poco absurdo que después de haber casi muerto de hambre, porque mi madre gastaba todo el dinero que tenía en drogas o en alcohol, el cual era para comida, años después no me faltaría nada.  O tal vez, sí. Mi madre era un desastre, pero aun así, yo la amaba y no me importaba que fuera todo un desastre andante.

— Tu vida fue bastante difícil, Dylan.

— No tanto como la tuya.

— ¿Por qué lo dices?

— Todo el tiempo tenías que estar y ser perfecta, no tenías permitido quejarte y todo porque una buena niña no hace eso. No podías ni salir a jugar porque todo tu futuro dependía del libro de historia o de matemáticas que leías en ese momento o de las clases particulares que recibías. Tú no tenías pensamientos propios, ya que siempre te metieron en la cabeza cómo ser y cómo actuar. Es irracional y estúpido todo lo que tuviste que vivir. Y créeme cuando te digo que vivir sin voluntad propia, es mucho peor que no tener un trozo de pan sobre la mesa.

— Mi madre... solo lo hizo por mi bien, no quería que me equivocara.

— ¿Qué acaso equivocarse no es de humanos? Porque si no es así, creo que he fallado como ser humano.

— Sí, equivocarse es de humanos, por eso mi madre ya no piensa como antes.

— Cada persona pasa por situaciones distintas a lo largo de su vida. Tú y tu madre no son la excepción, porque son dos personas diferentes y por ende tendrán problemas distintos, así que no significa que solo porque es tu madre, tú tendrás que correr con la misma suerte que ella. Eres libre de cómo equivocarte, Aisha.

Perfecto Desastre © #1 [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora