Capítulo 30

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La mañana siguiente, me levanté como de costumbre, tomé una ducha y me alisté para acompañar a Nick al juzgado para que diera su declaración y testificación sobre la denuncia que su padre había hecho. No tenía duda de la clase de persona que el señor Black podía llegar a ser con tal de fastidiar la vida de su hijo.

Tal cual parece como si no fuera su hijo del que se tratara.

Me preparé unas tostadas junto con un café como desayuno, anoche antes de acostarme le escribí a Taylor para que me cubriera durante las dos clase de la mañana, ella gustosa accedió. Justo unos minutos pasadas las ocho de la mañana, Nick tocó mi puerta; lavé mis dientes y dejé los platos sucios en el fregadero, cogí mi bolso, una chaqueta y mis llaves, finalmente abrí la puerta del apartamento. Nick se encontraba del otro lado, vestía su usual ropa formal: camisa de mangas largas color negra, pantalones formales del mismo color de la camisa, zapatos a juego y una gabardina color gris. 

Debo admitir que me encanta ver a Nick vestido de esa forma.

—Buenos días —saludó, luego se inclinó hacia mí y besó mi mejilla.

—Buenos días —imité su acto, sólo que yo tuve que elevarme sobre mis puntas para alcanzar su mejilla. Nick me sacaba, al menos, una cabeza.

— ¿Estás lista? —Asentí con la cabeza.

Salí del apartamento y cerré la puerta no sin antes haberle puesto el seguro, me giré hacia Nick y este me estaba examinando con sus ojos, cuando subió a mi rostro sostuve su mirada con la mía por varios segundos, al parecer ninguno de los dos quería apartar la vista del otro. Finalmente sus ojos recorrieron mi rostro, cerré los ojos como si pudiera sentir su  caricia, era algo que nunca había experimentado antes. Al abrir los ojos, Nick tenía una pequeña sonrisa en su rostro.

—Te ves hermosa —la sangre corrió por todo mi sistema hasta instalarse en mis mejillas.

—Tú no te quedas atrás —Nick tomó una de mis manos y me atrajo hacia él envolviéndome en sus abrazos.

Podría hacerme adicta a sus abrazos, eran reconfortantes sin contar que me provoca una seguridad de la cual nunca quisiera salir.

No tenía idea que estaba pasando, sólo era consciente que cada vez era más grande lo que sentía por Nick, no me importaba que lleváramos saliendo un par de días, él había hecho mucho por mí como para negar que más de alguna cosa no me conmovió.

Me separé de sus brazos y me volví a elevar sobre mis puntas para, esta vez, besar sus labios.

—Será mejor que nos vayamos —susurró, sus labios aún seguían cerca de los míos, podía sentir su respiración azotando mi rostro.

Sí, será mejor irnos.

Nick tomó mi manos y enrolló nuestros dedos, subimos al ascensor y bajamos hasta el estacionamiento donde el auto de Nick se encontraba. El camino hacia el juzgado estaba lleno de incertidumbre, podía notar que a Nick esto le afectaba mucho; cada vez que agarraba con fuerzas el volante entre sus manos hasta que sus nudillos se ponían blancos, era una señal de lo molesto que estaba.

Me mantuve en silencia durante todo el camino, decidí que sería lo mejor para la situación, no quería que Nick se alterara y por desviar sus pensamientos, tuviéramos un accidente.

Llegamos al juzgado luego de cuarenta minutos de viaje, me desabroché el cinturón de seguridad y antes de que Nick bajara del auto, tomé su mano haciendo que se girara hacia mí.

—Tranquilízate, sé que te molesta lo que tu padre hizo y antes de que me reproches, recuerdo que todo esto lo haces por Jasmine —su ceño estaba fruncido, poco a poco su mandíbula dejó de tensarse—. Y también por ti, no dejes que tu padre logre su cometido al descolocarte y hacer que hagas un movimiento en falso.

Perdidos En Las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora