Capítulo 4

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— ¿Quieres que te pase a recoger cuando salgas?

—Vivo a dos calles de la librería, puedo tomar un taxi si no quiero caminar —me encogí de hombros.

Me dieron el trabajo en la librería, Rebeca había intentado de mil maneras convencerme de no aceptar el trabajo y quedarme con lo que mi papá me mandaba y las mil veces le dije que no. Yo no soy del tipo de persona que espera que otros las mantengan, mi papá ya había hecho mucho con alquilar el apartamento y mandarme cada quince días para sobrevivir mis días.

— ¿Ya le dijiste a tu papá? —una mueca salió de mis labios.

Decirle a papá  no era precisamente una opción, él me había dejado más que claro que mientras él viviera yo no iba a tocar ningún lugar para trabajar. Mi papá a pesar de haberse divorciado de mi madre y formar una nueva familia se había empeñado en ayudarme a mí más que a Mason y Denise, ellos dicen que soy la favorita de mi padre pero yo pienso que lo hace porque apenas tenía 10 años cuando él se fue.

O tal vez mis hermanos tienen razón.

—Mi mamá, Mason y Denise lo saben —me encogí de hombros.

—No le dirás, ¿cierto?

—Ya lo conoces, Reb. Papá es capaz de enviar a Clay para vigilarme y estar seguro que no vaya a ningún trabajo —volqué los ojos.

—Eres su consentida Val, ¿Qué esperabas?

Terminé mi café y puse la taza en el lavavajillas.

—Se nos hace tarde y tengo una prueba en la primera clase —salí de la cocina hacia el baño para cepillarme los dientes.

No es que esté evitando el tema, pero toda mi vida me han tratado como hija de papá, me dan lo que quiero y hasta demás.  Una de las razones por las que elegí Nueva York fue para independizarme del todo y valerme por mí misma. Sin embargo mi padre insistió en ayudarme, pero yo sabía que no siempre iba a depender de mi padre, por eso quiero trabajar.

Parece un capricho mío, pero ser "adulto" implica trabajar y valerte por ti misma; independizarte y aprender en el camino sin importar cuántas veces caigas, lo importante es que te levantes, te sacudes y sigas adelante, no rendirte.

Salimos de mi apartamento y del edificio, nos montamos en el auto de Beca y nos pusimos en marcha hacia la universidad.

Había pasado ya una semana, las clases estaban tranquilas, los trabajos y tareas no tanto. El fin de semana me la pasé encerrada en mi habitación haciendo proyectos, pidiendo comida a domicilio y trasnochando terminando tareas.

Quien haya dicho que la universidad no era tan difícil porque estudias lo que te gusta, que venga y le doy una bofetada por decir semejante estupidez.

Por otro lado, pude liberarme de la fiesta en la hermandad de Derek con la excusa que tenía tareas por adelantar y estaba muy cansada para salir un viernes por la noche. Rebecca accedió —de mala gana— a faltar a la fiesta con la condición que no me libraría a la próxima.

Sólo espero que no haya una próxima.

—Las veo en el almuerzo —se despidió mi amiga y se fue en dirección a sus clases.

En cuanto al tema de Taylor, Rebecca me dijo que estaba bien, que no estaba celosa y que se alegraba por mí porque haya hecho una amiga, y le creo.

—Hoy no almorzaré con ustedes —comentó Taylor mientras salíamos del salón de Sociología.

—¿Por qué? —fruncí el ceño.

—Mi abuelo está enfermo e iré a verlo al hospital, luego tengo que pasar a casa de mi tío a ver a mi prima. Faltaré a la última clase, ¿me cubres? —sonrió amigablemente.

Perdidos En Las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora