Capítulo 25

95 9 3
                                    

Advertencia: Preparen pañuelos y sus corazones 🤧


Creo que el peor sufrimiento para una persona es saber que el ser que tanto amas ya no está contigo, pero yo pienso que el peor sufrimiento es ver a esta persona agonizar mientras lucha entre la vida y la muerte.

Y es que sentí que mi corazón se quebraba parte por parte al ver a mi padre en ese estado. Lucía más pálido de lo normal, estaba delgado a comparación de la última vez que lo vi, y ya no portaba esa sonrisa que lo caracterizaba.

Mi padre se encontraba sobre una camilla de hospital con varios aparatos conectados a él que lo ayudaban a seguir en este mundo.

Y en ese preciso momento fue donde sentí caer, pero me mantuve firme; por él, por mi familia, por mí.

—Papá —mi voz salió tan baja que pareció un susurro.

Mi padre se removió, y al sentir el tacto de mi mano sobre la suya, giró su rostro hasta y poco a poco abrió los ojos hasta que su vista enfocó bien y me reconoció.

—Valer...

—Shh, no hables —lo interrumpí antes de que pudiera terminar de decir mi nombre.

—Ya estoy aquí —mis ojos comenzaron a picar y el nudo en mi garganta se hacía más fuerte — ¿Por qué no dijiste nada?

Pude ver como la culpa se instalaba en sus ojos.

Lo entiendo al no querer decirnos, no quería preocuparnos, pero ¿cómo no lo íbamos a hacer?

—No queda mucho tiempo, Val, ya no había nada que hacer —su voz era carrasposa, la formalidad con la que hablaba me daba a entender que hablaba en serio.

Y yo me quería negar a aceptarlo.

Me mantuve en silencio unos segundos  procesando sus palabras. Trataba de convencerme que había solución, que íbamos a salir de esta, que él volvería a casa y luego nos reiríamos de esto, que  él no me abandonaría.

Pero sólo eran ideas que camuflajeaban la verdad.

Y la verdad era que mi padre nos estaba dejando.

Y yo no estaba lista para eso.

—Papá, perdóname —un sollozo se me escapó.

Mi padre negó con la cabeza, y con todas su fuerzas, estiró su brazo hasta acariciar mi rostro, una a una las lágrimas se fueron soltando y los sollozos eran más fuertes.

—No tengo nada que perdonarte, sé que fui demasiado cerrado contigo pero solo quería protegerte, siempre serás mi pequeña.

—Y yo siempre te amaré mucho mucho.

Comprendí que no había forma de maquillar la verdad, y si estos eran los últimos minutos que pasaría con él, tenía que atesorarlos.

—Prométeme una cosa, Valie...

—Lo que sea —sorbí mi nariz y limpié las lágrimas con la manga de mi chaqueta.

—Cuidarás de ti, de tus hermanos, de tu madre, de Courtney —eso no tenía que pedírmelo, porque era un hecho que lo haría —; disfruta tu vida y vívela sin miedo, eres fuerte y valiente y sé que lograrás todo lo que te propongas —asentí varias veces demostrando que lo haría.

»Pero sobre todo, prométeme que te cuidarás.

—Lo prometo, papi.

—Y sobre ese chico del que Mason me comentó... — ¡oh vamos!

Una sonrisa se me escapó, no me sorprendía que Mason le hubiera contado sobre Nick.

—Es un buen chico, pá. Él cuida de mí —mi sonrisa se ensanchó  más.

Perdidos En Las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora