Henry/Propuesta
Quién lo diría, el sujeto roba autos aparece en una casa rodante en dirección contraria a la mía.
–Vaya, vaya. Pero si es el señor Ámsterdam intentando llegar a Tacna caminando.
–Hola –dije irónicamente.
–Entiendo que hayas sido porfiado y hagas el intento, pero ¿qué le pasó a tu súper Mazda RX8 y a tu maletín?
–Que observador –gruñí–. ¿Paraste solo para webiarme? No estoy de humor.
–Tranquilo, no andes a la defensiva. Ven, sube podría llevarte algún lugar, yo voy hacia el sur.
Accedí. Y no sé porque le hice caso, si él iba en dirección contraria a la mía. Al subir me contó que venía de vuelta de la frontera, que el paso estaba cerrado por catástrofe. Luego se sentó al volante y comenzamos a movernos.
Bueno yo solo supe que hubo un terremoto bastante fuerte, seguido de un tsunami y que Arica estaba en el suelo (o en el mar). Como estaba incomunicado y a la intemperie, tampoco le di importancia a los detalles. Solo subí con él a la casa rodante y era bastante acogedora, tenía una cocina, un baño pequeño y una cama de una plaza y media. Luego de observar un poco me senté en el asiento del copiloto.
El sujeto roba autos me contaba que el escenario era peor de lo que suponía. El epicentro fue al sur de Lima, con una magnitud de ocho punto nueve grados en la escala de Richter. Todas las fronteras peruanas estaban cerradas.
–Toda esta situación me recuerda al terremoto que hubo en el año dos mil diez –dije–. Donde no tuve que arrancar de un tsunami, pero siento que este fue más brijido.
–La verdad este es mi primer terremoto ya que cuando ocurrió ese, yo andaba lejos de ahí. Estaba en Iquique.
–¿Y qué hacías en Arica, venias llegando, saliendo, encontraste lo que ibas a buscar? –pregunté con curiosidad.
–Estas en ella. Aunque fui a buscar las llaves, el vehículo estaba en un aparcadero municipal, y tuve que... "rescatarlo"
-O sea, lo robaste...
–¡No robé nada! Esta casa rodante es mía, es el pago del dinero que me debía un sujeto. Yo venía llegando desde Concepción, soy de ahí.
–¿Tropiconce? Que buena, me gusta esa ciudad.
Conversamos sin interrupciones hasta pasar Iquique, estaba anocheciendo y ya nos habíamos quedado sin tema de conversación. Llevábamos horas sentados y el sujeto roba autos iba manejando.
Luego de unas horas, nuestras conversaciones ya se tornaban bastante superficiales.
Para mí es un desconocido, no le voy a revelar información confidencial ni menos detalles importantes. Además, él me parece un sujeto muy extraño, como si supiera que nos íbamos a encontrar –¿será un detective encubierto?; ¿tendrá algo que ver con el hombre que me vio recibir el maletín del inversionista?; ¿será él?
Mientras él manejaba yo no hacía nada más que mirarlo fijamente mientras está concentrado en el camino, pero a la vez se le ve relajado. En ese momento, yo tengo miles de pensamientos cruzados, mis manos están sudando, creo que estoy algo nervioso. Qué algo, bastante.
No sé si veré muchas películas, pero estoy ideando un plan en caso de que roba autos quiera intentar algo insensato (algo como secuestrarme). Para poder noquearlo y obvio, huir con su casa rodante. En algún aeropuerto de más al sur podría retomar mi ruta inicial y todo esto quedará como un desvío en el camino.
Pensaba y pensaba en mi plan y el sujeto roba autos rompe el silencio:
–No te pongas nervioso, no te voy a secuestrar ni nada raro. Por llevarme anoche, te llevo yo, aunque tenías tus dudas confiaste en mí y si no fuera por ti no estaría manejando esta belleza rumbo a Tierra del Fuego. Podrías ir a donde está la cama. Enrólate un caño para que te relajes hombre, te ves mal.
–Si tú lo dices, te haré caso.
Le hice caso y fui hasta la habitación para enrolar susodicho caño. Luego, paramos en medio de la carretera (desierto) a plena luz de las estrellas con luna nueva. Al haber fumado con él, sentí algo más de confianza y le conté que tras ir a dejarlo anoche, casi me alcanza la ola y tuve que correr dejando todo atrás, quedándome solo con lo puesto.
Y que nada era excusa para no intentarlo
–Por eso terminé caminando hacia la frontera y luego subiéndome en la casa rodante de un extraño que conocí en el aeropuerto, un extraño que se quería robar el mismo auto que yo.
Al sincerarme un poco, roba autos también lo hizo y me contó "un poco más" (igual que yo), omitiendo los detalles más explícitos, y tratando de ser lo más sincero posible; pero sin cagarla vomitando todo. Lo noté, por eso lo digo.
–Quiero irme lo más al sur posible –dijo–. Quiero vivir tranquilo. Yo soy de Dichato, pero llevo años viviendo en Santiago. Venia llegando de ahí mismo por eso terminé en Arica, necesitaba recuperar cierta propiedad que me habían arrebatado. Esta casa rodante era de mi padre. Y aparte de ser adicto a los juegos de azar, es algo adicto a la cocaína. Un día apostó la casa y la perdió. Luego, mi madre compró esta casa rodante para que no nos quedáramos sin un techo, pero el muy imbécil la apostó a un flaite de por aquí. Yo investigué un poco y logré dar con sus datos, es increíble cómo pueden rastrearte fácilmente por tus redes sociales o por tu número de teléfono.
–Y que lo digas, yo cerré todos mis perfiles después del ro...
–¿Robo? –pregunta ansioso–. Me lo suponía, era tan evidente. Sobre todo por esa necesidad de irte tan rápido del país. Pero tranquilo, la mayoría de las veces estos tipos no presentan cargos, ya que como tienen una vida social bastante "movida". Para ellos sería una vergüenza quedar como weones, y sobre todo si un pendejo como tú fue quien le arrebató el dinero –se mofó entre risas.
–Si no presentan cargos tengo ventaja de volver a juntar dinero para irme lo antes posible.
La conversación se puso algo más seria y pude conocer el nombre de roba autos. Y yo no sabía que él conocía mi nombre. Henry me miró fijamente y su tono de voz era frio.
–Te propongo que nos vamos juntos en esta belleza rodante al sur, ahí veremos qué hacer para recuperar tu dinero y luego podrías irte a tu Ámsterdam.
–En serio ¿me ayudarías?
–¿Estas sordo? acabo de decirlo, no te voy a estar webiando. ¿Acaso mi cara dice que te estoy agarrando pal webeo?
–Eres un pañuelo de seda Henry. Impresionante que hayan pasado más de veinticuatro horas y no tenga ganas de golpearte.
–¿Golpearme tú a mí? No me hagas reír, mírate pendex eres un enclenque. Y mira mis brazos que son dos veces los tuyos. No tendrías oportunidad contra mi.
Peleábamos jugando, pero siempre terminábamos riéndonos como si fuéramos íntimos.
El pero. Era que jamás ha tomado el té conmigo en la mesa; aunque analizándolo bien, parece un sujeto astuto. Amigo mío no es, pero podría serlo.
Me siento en parte reflejado en Henry, su humor de weon pesado me hace recordar como yo trato a los demás. Pero él tiene una mente calculadora, brillante; similar a la mía. Y es por esa razón por la que le estoy tomando un aprecio que supera los limites de lo normal.
Estoy convencido, voy a vivir una aventura con un casi extraño; recorreremos el país de norte a sur en una casita rodante estilo gingos.
Es mi turno de manejar y ya estamos por llegar a Antofagasta; Henry va durmiendo. Casi al llegar a la ciudad veo Policías y reduzco la velocidad. Con mucha sutileza bajo el vidrio de la ventana y le pregunto si hay partes de la carretera que estén cortadas.
–Todo en orden joven –dijo el paco–. Aquí no golpeo tan fuerte el terremoto, que tenga un buen día.
–Gracias.

ESTÁS LEYENDO
H I M (Henry, Ignacio, Mateo)
Mystery / ThrillerTres chicos, "una" historia. Todo parte con la ambición de Ignacio por querer escapar de Chile de manera "fácil". Y en su aventura conoce a Henry quién llegará para ser parte de la historia de Ignacio, junto a la suya propia. Y Mateo, hermano de Ig...