Capítulo veintidós

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Drogadicto/Emigrar


Cuando llegamos a Monte Oscuro, con Mateo dejamos a Ignacio durmiendo en el Jeep. Mientras tanto, armábamos el campamento. Que era una carpa de seis personas, dos colchones inflables de dos plazas, muchas frazadas y sacos de dormir que colocamos estirados encima de ambos colchones. Por fuera armamos un toldo y pusimos una mesa de camping, también teníamos una cocinilla a gas y un galón pequeño. Teníamos casi de todo. Excepto conexiones inalámbricas, estábamos desconectados del mundo.

Es mi segunda vez en este lugar y no deja de sorprenderme. Un paisaje cordillerano, prácticamente virgen. Lleno de bosques, montañas y diversas especies de plantas, entre ellas la flor nacional de Chile, el copihue. También habitan cóndores. Y el rio; el proceso del ciclo del agua frente a tus ojos. Un rio formándose constantemente, puliendo sus detalles por miles de años. Los deshielos de los glaciares cordilleranos, abren su paso en el rio abajo, que completa su vida en el océano pacifico. Esa misma agua por el calor del sol se verá condensada y cargará las nubes con agua lista para ser descargada en la tierra en forma de lluvia. Pero en la cordillera hace tanto frio, que la isoterma solidifica esas partículas de agua y las convierte en hielo que cae en forma de nieve. Alimentando los glaciares eternos. Finalmente la fusión descongelará esos glaciares para escapar rio abajo y volver al océano. Para repetir el proceso. Escasez de agua mis polainas.

La naturaleza es fascinante. Y estar en un lugar tan puro te hace tomar conciencia de lo hermoso que es este planeta y lo importante que es mantener su vista verde desde arriba.

-Nachito, despierta -dije meneándole levemente su brazo a Ignacio.

-¿Qué? ¿Dónde estamos? ¿Llegamos a donde íbamos?

-Sal del Jeep y contémplalo con tus propios ojos.

Ignacio salió y casi se cae del asombro. Recorrió cada detalle del lugar, se asomó para ver el rio por el acantilado, vio las carpas y saltaba de alegría.

Mierda, creo que ha funcionado, ¡Ignacio ha vuelto a ser el mismo! Y yo atino a correr a el y abrazarlo.

-Te amo Nachito, te amo -dije mientras agarraba su cara para besarlo.

Después de separarnos, Ignacio me miraba con sus ojos bien abiertos, estaba como en shock.

-Oye, por ultimo invítame a un par de piscolas antes de lanzarte así, ja, ja. Pero estuvo rico -dijo Ignacio, como si no le hubiese importado lo que acabo de hacer.

-¿Recuerdas este lugar? ¿Me recuerdas a mi? -pregunté.

-No se, pero este lugar se me hace algo familiar, es hermoso. Quizá vine aquí cuando era niño -dice Ignacio.

-En efecto -dice Mateo-. Solíamos venir a de vacaciones aquí con el papá y Diana. también con algunos tíos y amigos de nuestros padres.

No funcionó, ver este lugar no le ha hecho volver su memoria, besarme tampoco.

-¿No sentiste nada con ese beso? -pregunté.

-Sí, muchas cosas, me gustó mucho, nunca había besado a alguien de esa manera. Que yo recuerde -dijo Ignacio.

-Hermano ¿Pero tienes más recuerdos de mi? -pregunta Mateo.

-No, solo se que eres mi hermano -dijo Ignacio-. Yo los sigo, no recuerdo quien soy ni cual es mi propósito, recuerdo que soy humano y que estamos en el año dos mil veinte. Aunque según mis documentos vivo en Países Bajos. ¿Pero que hago en Chile?

-Estábamos de vacaciones -dice Mateo.

-Ya veo.

Esto es malo, pero no imposible de resolver. Creo que haré que Ignacio me conozca desde la verdad, decirle lo que no sabe de mi. Es mi ultimo recurso.

H I M (Henry, Ignacio, Mateo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora