Capítulo doce

2 0 0
                                    

Tadeo/La despedida de Mateo


Cuando estábamos en nuestro campamento, Mateo nos dice que no nos queda mucha comida, que nos alcanzaría para mañana, con suerte. Nos quedamos pensando en qué hacer. Pero no tenemos otra alternativa, debemos irnos, continuar con el viaje. Por mi me quedaría a vivir con Ignacio y todo, pero esto no estaba, ni está en nuestros planes. Entonces optamos por irnos. Desarmamos el camping. Limpiamos todo, tratamos de dejar el lugar tal cual estaba antes que llegáramos. Ojalá los próximos veraneantes hagan lo mismo. Pensé.

Como me vine durmiendo de ida. no tenía idea de cómo era el camino y el paisaje, pero estaba asombrado. Jamás supe que debíamos pasar por una aduana. Esto me atemorizó un poco, pero Mateo, como chofer se encargó de todo. El camino era muy largo, muy variante. Había sectores de ladera de montaña, campos verdes en un camino recto, curvas muy enredadas, un mini desierto; típico de cerro, camino, tierra y litre o arbustos con espinas. Pasamos hasta por un sector que parecía un pozo de arenas movedizas, pero era como una poza de un polvo tan fino, que aun con las ventanas cerradas, entraba en la camioneta.

Rato después Ignacio alza la voz:

-Maat, detente aquí por favor -dice Ignacio muy ansioso.

-¿Qué quieres hacer en Vega de Salas? -pregunta Mateo algo sorprendido.

-Tirarme del puente, obvio. Es algo que debo hacer antes de irme de Chile -dice Ignacio muy relajado.

Paramos y había muchos autos estacionados. También había un camino que dirigía a un puente rojo, de acero y madera que cruzaba a la otra orilla del rio. Donde estaban los camping.

Bajo el puente había un pozo del rio; en sus orillas gente bañándose, este lugar era muy concurrido. No tanto, pero se notaba que había gente.

Mateo le hizo caso a Ignacio y paramos en ese lugar que se llamaba Vega de Salas, como dijo Ignacio. Me contó que una vez vino a acampar aquí también, con su familia. Siempre quiso tirarse del puente pero no se atrevía. Ahora veo por qué.

Cuando estábamos en el puente, dimensioné mejor la altura y que en ese sector del rio, bajo el puente, el pozo, era bastante amplio y a la vez profundo. Fácil habían quince metros desde el puente al rio. Y el pozo era de unos ocho metros de profundidad, el agua seguía siendo turquesa y cristalina, pero no se veía el fondo del pozo, a esas alturas el agua se tornaba oscura por falta de luz.

-Bueno Henry ¿Te atreves a que nos tiremos juntos? -preguntó Ignacio.

-No se Nachito, me da algo de miedo, es muy alto -dije pavorosamente-. Nunca me he tirado un piquero y menos a semejante altura.

-Yo tampoco -dijo Ignacio-. O sea sí, me he tirado piqueros, pero mi altura máxima han sido tres metros. Vamos, acompáñame, esto es algo que debemos hacer una vez en la vida al menos, además aquí no hay corrientes y ya sabes nadar, yo igual tengo miedo, pero hagamos esto juntos ¿confías en mi?

-Sí, confío -dije-. Está bien, espérame iré a ponerme traje de baño.

-No te tardes -dijo Ignacio quitándose su polera y zapatillas-. Llévame esto a la camioneta por favor.

Fui a la camioneta a cambiarme de ropa, llevando la polera y zapatillas de Ignacio.

-¿Así que lo va a hacer? -pregunta Mateo desinteresadamente.

-Lo vamos a hacer -dije con algo de miedo.

-Bueno, los esperaré con las toallas listas ¡Qué miedo, yo no lo haría ni cagando! -dijo Mateo frunciendo el ceño.

H I M (Henry, Ignacio, Mateo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora