Capítulo dieciseis

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Antonio/Problemas


Tres años después. Veintisiete de octubre del dos mil veinte.

Desde que estoy de vuelta en Asunción y conseguí el trabajo al que aspiraba. El hombre que era mi jefe ahora es independiente. Pero yo me desempeñaba en el mismo trabajo de diseño que ejercía antes de que me separara de mi ex pareja.

Al final no volví con él como se suponía que iba a hacerlo. Es solo que me quedé con mi amante. Hemos estado juntos durante estos tres años.

No habíamos mudado, porque Antonio era un exitoso empresario que era bueno para las inversiones. Por eso tenía mucho dinero.

Como de costumbre iba camino a mi hermosa casa nueva, en mi flamante auto cupé. Para ser exacto mi Corvette de color verde agua. Luego oigo que suena mi teléfono y contesto por el sistema inalámbrico del auto.

-¿Amor? -digo en voz alta hablándole a la pantalla que mostraba una interfaz de llamada telefónica.

-¿Vienes en camino ya mi Mat-Mat? -dice la voz de Antonio. Que provenía del altavoz.

-Sí amor, voy casi llegando -dije mientras maniobraba al volante.

-Bien, cuando llegues necesito pedirte un favor. Te daré los detalles cuando llegues.

-Bueno, nos vemos entonces.

Que extraño, su tono se voz era raro. Algo sucede.

Me apresuro en llegar a mi casa nueva, porque estoy ansioso e invadido de curiosidad, así que acelero.

Cuando por fin llego a mi hogar, entro al condominio y estaciono. Me bajo de mi Corvette y entro a mi mini mansión; bastante ostentosa por lo demás.

Dejo las llaves en una mesa de arrimo y estaba Antonio sentado, con una maleta. Se veía tenso, pero lo saludo con un beso en la boca y me siento a su lado.

-¿Qué onda amor, y esa maleta? -pregunté frunciendo el ceño-. ¿Te vas?

-No, necesito que salgas lo antes posible de aquí, amor es por tu seguridad. Por favor ve a Chile. Solo por un tiempo.

-¿Qué? -bramé-. Espera... ¿Qué? Explícame todo, porque no estoy entendiendo nada

-No puedo decirte nada amor, por favor hazme caso -dijo Antonio casi a punto de quebrarse.

-Amor, cuéntame o me iré con esa misma maleta, pero no precisamente a Chile, Aquí tengo mi vida. Contigo.

-No me queda de otra -musitó Antonio-. Está bien. Me están buscando, alguien quiere hacerme daño y no quiero que te hagan daño a ti. No me lo perdonaría, debes irte hoy mismo. Ya compré tus pasajes, corres grave peligro. Porque si no vienen a dañarme a mi propia casa, tal vez te hagan daño a ti y no quiero eso.

-Pero... ¿quiénes?

Luego escuchamos como alguien golpeaba la puerta, de manera brutal. En ese instante Antonio se puso pálido, blanco como una geisha.

-Voy a ver quien es -dije parándome, pero al instante se paró Antonio.

-¡No! Yo voy -dijo Antonio.

Antonio va a paso lento camino a la puerta y yo observo desde atrás. Cuando abre la puerta, al instante y de golpe entra un tipo bajo y gordo. Acompañado de dos chicas que vestían buzo y una polera que dejaban a la vista sus barrigas flamantes, planas y con un piercing en el ombligo (ambas). Entraron de golpe apuntando con armas de fuego. Una de las chicas cerró la puerta. El hombre estaba desarmado.

H I M (Henry, Ignacio, Mateo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora