Capítulo veintiocho

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Caída/Curado


En el presente, algún día de noviembre del dos mil veinte.

Callé y terminé de contarle a Ignacio todo lo que no sabia de mi. De ahí en adelante, le conté todo lo que hicimos juntos:

El allanamiento, nuestras ventas en Viña del Mar y nuestra visita al casino. Las vacaciones en Monte oscuro (aquí mismo) y por ultimo, lo que vivimos en Valdivia con los alemanes que nos ayudaron para poder irnos juntos a vivir a Ámsterdam. Donde teníamos nuestro preciado local Chi-lland.

Espero haya dado resultado, espero poder haber curado su Amnesia o perdida de memoria, lo que sea que le haya sucedido a Ignacio. Los tres nos quedamos muy callados, entre que conté la historia, nos tomamos todas las cervezas y ya íbamos en el quinto caño. Pero nos quedamos muy quietos, callados y serenos. Nos miramos y contemplábamos como de a poco se comenzaba a iluminar más y más el lugar, mientras los arboles tapaban, pudimos observar como salía el sol y comenzaba este nuevo día.

-Henry -dijo Ignacio tomando mi mano-. No recuerdo nada más de lo que ya se de ti.

-¡Mierda! -grité-. Todo fue en vano.

-No Henry, al oírte sí pude darme cuenta de algo.

-¿Qué cosa Nachito? Dime.

-Me di cuenta que te amo Henry... y prácticamente siento que no te conozco, pero te conoceré con el tiempo y quiero hacer esa vida que teníamos como tú me contaste.

Nos abrazamos y sentí su calor, lo extrañaba mucho. Aun para mi, Ignacio seguía desvanecido, sabe que me ama y que yo lo amo. Pero no sabe por qué.

-Bueno, debemos volver a casa -dijo Mateo.

-¿Ahora? -preguntó Ignacio.

-Sí, ahora.

Tal como dijo Mateo empacamos todo y nos pusimos rumbo a Santiago. Luego varios minutos de camino vi el puente; ese mismo por el que Ignacio me hizo saltar hace unos años atrás.

-Mateo. Detente en el puente, por favor -dije.

-¿Qué quieres hacer en Vega de Salas, Henry? -pregunta Ignacio.

-¿Hermano, recuerdas este lugar?

-No, es que ahí en el letrero dice bienvenido a Vega de Salas.

Por un momento Mateo y yo creímos que Ignacio había recordado algo. Pero la respuesta de Ignacio mató todas nuestras ilusiones.

No importa, haré que Ignacio salte por el puente, de ser necesario estoy dispuesto a volver a saltar y sentir esa pavorosa adrenalina con una pizca de desesperación y creer que morirás. Por Ignacio soy capaz. De eso y mucho más.

-Mateo ven, ven -dije mientras nos bajábamos del vehículo.

-¿Qué sucede Henry? -pregunta Mateo al llegar donde mi.

-Quiero que Ignacio salte por el puente como la otra vez, quizá si lo hace logre recordar algo.

-No lo se Henry, no creo que sea buena idea. ¿Y si se ahoga? Si no recuerda nadar podríamos hacerle un grave daño, piensa en eso Henry.

-Mateo vamos, no seas exagerado. Ignacio me enseñó a nadar y cuando saltamos por ese puente yo había recién aprendido, no creo que nada malo pase. Y ahora se nadar, en caso de emergencia.

-¿Emergencia? -pregunta Ignacio.

-No es nada hermano, el loco de Henry quiere que saltes por el puente junto a él -dice Mateo suspicaz.

H I M (Henry, Ignacio, Mateo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora