۞ ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 47

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Los copos de nieve caían por el largo camino de piedras que dejaba ver la ventana de la torre, Hermione tenía la mirada fija en el frío paisaje mientras descansaba su mentón en el hombro del rubio.

Últimamente vivía esos momentos en cámara lenta, programaba su mente para tomar todo con calma, aún cuando cuando todo iba realmente agresivo y acelerado.

Práctica, comidas, dormir, correr, sexo con Malfoy, un día nuevo, la misma jodida rutina.

Nada había cambiado entre ellos, él la odiaba, podía verlo en sus ojos cada vez que estaba dentro de ella. Eran puros instintos carnales, nada de amor. Y a Hermione no podía importarle menos, podía estar cerca de él y olvidar todo por un rato, y eso era justo lo que necesitaba.

Había tratado de evitar a todos, incluso a Lissa, no deseaba tener que hablar con nadie si no era necesario. Aunque no había sido un gran trabajo pues todos estaban tan ocupados que no hacía falta huir, incluso Theo, con sus terapias, se decía que iba de maravilla y Hermione no podía estar más felíz por él.

—Mhhg— el ligero gemido de Draco se escuchó pegado a su oído, las embestidas nada suaves siguieron y siguieron hasta que por fín logró alcanzar su orgasmo, ignorando por completo el hecho de que ella no había podido llegar, las primeras veces lo había conseguido, pero después de algunas cuantas simplemente la ansiedad era tanta que no pudo.

Y a Draco pudo importarle menos.

No había dejado que él la viera completamente desnuda, no quería que la viera con asco una vez que notara que tenía cicatrices autoinflingidas por las piernas. Su peso ya no era un problema, había recuperado la masa necesaria para estar en un peso sano e ideal para su proporción. Gracias a la mejora de nutrición su piel brillaba más, su cabello era más suave, sus curvas en general mas marcadas, pero sus ojos seguían sin vida.

Cuando todo terminó, él solo apretó sus mejillas con fuerza, robandole un beso para después vestirse y dejarla sola en la torre.

Solían hacerlo en la sala de entrenamiento, a veces en la torre vacía que servía como almacén de armas, pero jamás en una cama.

Después de eso su día siguió su rumbo.

Odiaba entrar al comedor y soportar las miradas asquerosas que le daba Astoria, o la sonrisa melosa de Lissa, así que decidió comer sola en el lugar de Narcissa todos los días.

A la siguiente mañana, el verdadero entrenador le informó que Draco había tenido que irse a atender a la brigada que estaba en la misión de Blaise, por lo que no entrenaría con él durante unos días.

Una semana, Draco no había vuelto en una semana, y para su horrible sorpresa, fue un jodido calvario. Lo necesitaba físicamente, al menos cuando estaban juntos se olvidaba de lo mierda que se sentía.

Narcissa la encontró en el pequeño comedor con un pote de helado pequeño y vacío. Sonrió levemente mientras se servía té en una tasa de porcelana.

—Casi me olvidaba de que estas ocupando una habitación aquí,— dijo la mujer —casi no te veo últimamente. Hermione no dijo nada —¿Estás bien? ¿Necesitas algo?

Silencio, sacar a Blaise de su prisión y quizás un arma para descargarla en su propio craneo después.

No, estoy bien.

—¿Estás cansada, cariño?

Cariño.

En realidad no ¿Me necesitas para algo?

—Si querida. Necesito que me hagas un favor— Narcissa depositó una pequeña caja larga sobre la mesa y la extendió hacia la castaña —Quisiera que llevaras esto al ala oeste, la que está del lado opuesto a la torre, si no tienes problema.

Control |DRACO MALFOY|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora