Capítulo 38

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TRAVIS

Me volteo ante el dulce sonido de la voz de Maddy al llamar mi nombre y me sorprendo un poco al verla, sorprendido, decido incorporarme en mi lugar y acercarme a ella, optando de nuevo por esa seria actitud que poseo con habitualidad.

He sido un idiota al dejarla sola, sé que debería dejarla entrar en mi vida en vez de continuar alejandola, pero me cuesta tanto dejar que alguien entre a mi pequeño mundo cuando siento que todo lo que he hecho solo destruye a quienes más quiero y termino perdiendolos tarde o temprano, por mucho que quiero que se queden en mi vida.

Los ojos de Maddy son curiosos, me observan con una pizca de intriga y temor por haber irrumpido mi íntimo momento, me acerco a ella y me veo negando más para mi mismo, es real. Está aquí.

—¿Qué haces aquí? —intento sonar lo más tranquilo y normal posible, no quiero espantarla ni hacerla sentir que ha irrumpido mi espacio al presentarse en el panteón junto a la tumba de Elena.

—Tu padre me dijo que estarías aquí —responde y doy un leve asentimiento. Luego de salir de casa de Maddy, regresé a la mía, fui directo a mi habitación pero no podía quedarme allí, no cuando me daba vueltas la cabeza, entonces me vi caminando hasta aquí, papá no dijo ni una sola palabra cuando me vio salir pero seguro dedujo que vendría a visitar la tumba de Elena como últimamente lo he estado haciendo—. Yo... lo siento, solo quería saber sí estabas bien y...

—Descuida —camino más hacia ella, decidido a cortar distancia entre los dos, al estar lo suficientemente cerca de ella, su mirada se agacha hacia nuestros zapatos, soy un par de centímetros más alto que ella, podría atraerla a mí, abrazarla y su cabeza estaría justo cerca de mí corazón. Contengo las ganas de hacerlo por mucho que lo desee, sé que he cometido errores, demasiados errores con Maddy apartándola de mí cuando ella se ha abierto conmigo. Intento buscar las palabras correctas para disculparme pero me es difícil poder decir una palabra.

—Travis —susurra mi nombre al alzar su mirada hacia mí, trago el repentino nudo en mi garganta y observo su dulce rostro—. Yo... uh...

Comienza a balbucear y atraerla a mí colocando una mano en su espalda baja, observo como su garganta traga saliva.

No sé cuánto tiempo llevaba allí parada, probablemente escuchó mi conversación y la idea de ello me incómoda un poco, no en un mal sentido, sino que debe ser un gesto demasiado rudo de mi parte venir hasta aquí y hablar con Elena sobre lo que siento por Maddy en vez de decírselo a ella en persona.

Travis, el soldado de guerra, uno de los soldados más valientes —si se podría decir—, resulta un cobarde cuando se trata de hablar sobre sus sentimientos. Y es que la guerra a veces me parece más fácil que mi propia vida, he ganado la mayoría de mis batallas, he recibido medallas por mis méritos en el ejército pero soy un simple cobarde cuando de amar y vivir se trata, tengo más miedo de lo que puedo imaginar.

—Lo siento, Maddy, siento mucho no ser el hombre que mereces —consigo decir cuando ninguno de los dos nos dice nada por un buen tiempo, me humedezco los labios que de pronto están secos y un leve suspiro en cansancio se me escapa, el cálido verde de sus ojos se vuelve más oscuro, Maddy estira una mano y acaricia mi mejilla, su toque es suave y me hace cerrar los ojos. Es egoísta de mi parte desearla y saber que no puedo darle más de lo que ella merece porque estoy roto y sí, soy consciente de que es una excusa cobarde, pero tengo tantas heridas que tomarán tiempo sanar y el proceso no será fácil.

—¿Sabes? Jamás en mi vida he esperado nada de nadie, ni siquiera he tenido un ideal sobre esa persona a la que pudiera amar —hace una pequeña pausa y traga de nuevo mientras busca sus siguientes palabras—. Los dos estamos rotos como para creer que alguien podría amarnos y aun así, sé que en el fondo hay un poco de esperanza ¿no?

La Luz de Mi TormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora