Capítulo 5

4.2K 470 3
                                    

MADDY

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

MADDY

A diferencia de mi nuevo vecino, prefiero ejercitarme por la tarde, así que, después del trabajo, me pongo un conjunto deportivo y salgo con mis auriculares a trotar por la vereda, ha sido un día un tanto agotador y quiero distraerme corriendo.

Consigo dar tres vueltas sin descansar y a la cuarta, me percato de que Travis está sentado en los escalones de la entrada de su casa, no tengo idea de cuánto tiempo lleva allí sentado porque claramente no lo he visto salir y sentarse en las vueltas anteriores, continúo de dar la cuarta vuelta y ralentizo mi paso, queriendo un respiro cuando termino de correr y me digo internamente que es una pésima idea que me detenga en su casa solo para saludarle, porque quiero hacerlo.

—Hola —lo saludo cuando estoy un poco estable, Travis me da un asentimiento como respuesta y después levanta su mano a modo de saludo, le toma unos segundos levantarse de su lugar y caminar hacia mí, manteniendo una buena distancia.

Pienso en que realmente es una pésima idea acercarme porque no se me ocurre que decirle, me da la impresión de que Travis está igual que yo y ninguno de los dos nos animamos a romper el hielo. Deseando no pasar un mal rato, me paso una mano por mi cabello, un tanto indecisa de como despedirme.

—¡Maddy!

Escucho la voz de Ian en el lumbral de su casa, me hago a un lado para poder verlo, ya que Travis tapa mi vista y alzo una mano en el aire para saludar a su padre.

—Hola Ian, ¿cómo estás?

Inquiero, él rápidamente sale de casa y camina hacia nosotros, quedándose muy cerca de su hijo.

—Veo que ya conociste a mi hijo, Travis.

Dice con una pequeña mueca en los labios, no es hostil, pero Ian siempre tiene una forma seca de hablar. Le doy una pequeña mirada a Travis, quien ahora luce incómodo ante la presencia de su padre.

—Si, lo he visto por aquí. No tenía idea de qué tuvieras un hijo.

Le digo, la mandíbula de ambos hombres se contrae.

—Hacía tiempo que Travis no venía al pueblo.

Se excusa Ian, de nuevo, veo a su hijo quien sigue incómodo y serio al lado de su padre.

—Ya veo.

—¿Qué estabas haciendo? ¿Estás ocupada? —pregunta con amabilidad y niego.

—Recién termino de correr.

Ian asiente, sabiendo de ante mano que suelo correr seguido.

—Bien, solo quiero comentarte que he comprado un par de flores nuevas que me gustaría que me ayudaras a plantar.

Sonríe.

Para la mayoría, Ian es un hombre un tanto necio y gruñón, pero en el fondo, para mí tiene un buen corazón, a pesar de que su forma de escudarse siempre es mostrándose firme y duro con todos.

La Luz de Mi TormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora