Epílogo

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TRAVIS

Tres años después...

Es curioso como la vida de una persona puede cambiar de la noche a la mañana, algunas veces parece como si la vida ya estuviera escrita y nosotros solo estuviésemos avanzando para llegar a ese final que está destinado para nosotros, sin embargo, creo que no todo está escrito.

Por mucho tiempo, pensé que mi hogar jamás sería en aquel pueblo en el que crecí, que sería fuera de él y muchas veces llegué a creer que moriría en batalla, que la única manera en que yo volvería a casa, sí así podía llamarlo, sería en un ataúd, sin embargo, las cosas nunca suceden como espero, la vida siempre demuestra que está llena de sorpresas.

Siempre me preguntaré que hubiese pasado conmigo si Elena no hubiese muerto, si ambos hubiéramos vivido, una parte de mí siempre estará con ella y debo decir que siempre estaré agradecido con ella por escribir su última carta, de no ser así, jamás habría vuelto a casa y mucho menos conocer a Maddy.

Después de que Kyle fuera encarcelado, Maddy y yo volvimos a Daxton Hollow, aun quedaban ciertas cosas de nuestras vidas por resolver, pero ninguno de los dos podíamos evitar que existía algo entre los dos, era como si estuviéramos destinados a estar juntos, como si la razón por la que volví a Daxton fue por ella, porque la necesitaba. Los dos teníamos un pasado tormentoso del que deseábamos huir, sin embargo, comprendimos que lo mejor era hacer frente a aquella gran tormenta para poder salir de ella, no era sencillo pero tenernos el uno al otro era suficiente para poder salir de ella.

Sin duda, la amaba y no podía imaginar mi vida lejos de ella, por muy loco que fuera, Maddy consiguió iluminar mi vida, sacarme de esa enorme tormenta en la que había estado arrastrandome durante años mientras deseaba ser consumido por ella.

—Tranquilo hijo, todo saldrá bien —dice papá sobando mi espalda, he estado hecho un lío desde que llegamos al hospital después de que Brandon me llamara diciendo que a Maddy se le había roto la fuente.

—¿Cómo puedes estar tan seguro?

—Dios, serviste en el ejército por años y estoy seguro que ninguna misión te puso tan nervioso como lo estás ahora.

—Por supuesto que no, no todos los días te dan la noticia de que tu esposa ha entrado al hospital porque ya tendrá a tu bebé.

Papá ríe por mi comentario.

—Tranquilo.

Continúa diciendo. El tiempo transcurre lento a mi parecer y cuando soy llamado a la habitación para poder ver a mi bebé y a Maddy después de que tuvieran una pequeña complicación, al entrar, acorto toda la distancia hacia Maddy, quien sostiene a la bebé entre brazos, los dos compartimos una pequeña mirada y la dulce sonrisa que me ofrece es suficiente para que mis nervios se esfumen al saber que todo ha salido bien.

Le doy un beso en la frente cuando llego a su lado y observo a la hermosa niña en brazos.

—Dios, es preciosa.

Digo con admiración, nunca he visto algo tan hermoso como a mi propia bebé, es preciosa, una creación divina del amor que hay entre Maddy y yo.

—Es maravillosa —agrega Maddy con dulzura, la bebé está dormida pero aun así, luce bastante adorable, cuando me la entrega en brazos, siento a mi corazón detenerse por un instante y volver a latir con intensidad, no puedo creer que esté teniendo mi primer hijo.

—¿Ya has pensado en el nombre?

Aunque Maddy ha insistido en que los dos escojamos el nombre de nuestra hija, no he tenido cabeza para pensar en uno exactamente.

—Lo he hecho.

—¿Qué tienes en mente?

Pregunto dándole una mirada rápida, la veo morderse el labio.

—¿Qué dices de Elena?

Me pregunta con cautela y mi rostro se llena de asombro pero rápidamente sonrío.

—¿Estás segura? —ella asiente frenéticamente y me sonríe.

—Muy segura.

Sonrío.

—Entonces será Elena.

Repito y los dos reímos. Vuelvo a acercarme a Maddy y le deposito un nuevo beso en la frente pero no me olvido de besar sus labios también.

—Te amo, las amo —aseguro refiriéndome a ella y a la bebé que mantengo en mis brazos.

—También yo. No cambiaría está vida por nada, lo juro.

Cuenta.

—Tampoco es como que te dejaría pues iría a buscarte dónde sea que estés.

Mis palabras son suficientes para sacarle una sonrisa.

—Y yo estaría encantada de que lo hicieras.

Decide agregar y vuelvo a besarla.

Fin.

La Luz de Mi TormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora