8: Recuerdos Perdidos Parte 2

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Ellos ignoraron completamente su cuerpo y se dirigieron a nosotras. Intentamos correr, pero después de aquella golpiza apenas y podía caminar. Cuando nos atraparon y perdimos el conocimiento temí no volver a abrir los ojos jamás.

Cuando desperté lo primero que vi fue a Helene, ella dormía a mi lado. De inmediato la desperté, temía que no estuviera dormida, cuando abrió sus ojos agradecí el tener a mi hermana aun a mi lado. Ella al igual que yo estaba confundida. Estábamos dentro de una celda, el suelo estaba lleno de paja, las paredes estaban echas de grandes bloques oscuros. El lugar era muy oscuro apenas dos antorchas iluminaban el lugar y el aura nos mantenía con la piel erizada.

Pasaron dos días y seguíamos encerradas, Helene y yo ya temíamos lo peor, pero tratábamos de tener algo de esperanza, durante este tiempo un guardia nos traía algunas porciones de comida que dejábamos casi igual a como llegaban. Al tercer día de nuestro encierro dos guardias nos sacaron de la celda a la fuerza ya que Helene y yo brindamos varios patadas y golpes, después de todo no dejaríamos que nos mataran sin poner algo de fuerza, Nos llevaron por caminos diferentes. Habíamos imaginado que pasaría así que nos despedimos antes que llegaran por nosotras, pero cuando la vi siendo llevada quise correr tras de ella, pero el guardia tras mío no me lo permitiría.

–¿Dónde la llevan? –pregunte.

–Cállate y sigue caminando –respondió empujándome para que siguiera caminando.

Caminamos por un buen rato, según veía era una propiedad enorme llena de habitaciones y cuadros muy viejos, el lugar era muy oscuro apenas y veía donde pisaba. Viramos en una esquina y abrió una puerta.

–Tienes treinta minutos para ponerte decente –dijo sin mirarme.

Entre en la habitación, me asuste cuando cuatro chicas salieron de la nada. Empezaron a verme de pies a cabezas y aunque traté negarme entre ellas me despojaron de mis ropas, me dieron un baño de paños y me colocaron un vestido, con solo verlo supe que era muy costoso este era azul con varias piedras celestes que decoraban cada parte del vestido, tenía unas mangas que llevabas hasta el antebrazo que iban decorados con líneas doradas. Me maquillaron mucho para mi gusto, aunque intente hacer preguntas no hubo respuestas de su parte, solo hicieron su trabajo y cuando terminaron, así como entraron, desaparecieron. De inmediato el guardia abrió la puerta y nuevamente volvimos a caminar a nuestro destino. Mi cabeza solo preguntaba por Helene, pero cuando nos acercábamos a un pasillo una sombra empezó a acercarse a nosotros.

Frente a mí se encontraba Helene al igual que yo la habían lavado y cambiado, llevaba un vestido muy parecido al mío, pero el suyo era de color turquesa mientras que las piedras eran muy brillantes. Nos quedamos mirándonos.

–¿Estas bien? –pregunto.

–Si.

El guardia tras mío me empujo en señal de silencio, aunque quería girarme y darle en el rostro, la situación era confusa y no convenía hacer enojarlos. Entre los dos guardias abrieron una gran puerta y aunque no queríamos entrar no teníamos más opción. Dentro se encontraba un gran comedor el cual estaba lleno de grandes platillos exóticos, el lugar estaba mejor iluminado que los pasillos que recorrimos, pero ahí se sentía aún más las malas energías, mis manos temblaron y cuando Helene a me agarro casi se sale el corazón. Nos adentramos más al lugar, había una chimenea encendida y frente a él había un hombre.

Se dio la vuelta y se acercó a nosotras, era un hombre muy alto, tenía una gran cabellera rubia, vestía muy elegante, era un hombre muy apuesto pero sus ojos mostraban que por dentro no lo era. Lanzo una gran sonrisa y mostro unos grandes colmillos, Helene y yo retrocedimos espantadas.

–¡No saben lo mucho que las busque! Por siglos esperé este momento –dijo mientras nos daba una mirada de pies a cabeza.

Se acerco a mi hasta tenerlo frente a frente, agarro uno de mis mechones de cabello y lo dirigió a su rostro para olerlo, acto que hizo erizarme.

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