11: Heloise Parte 1

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Yarah y yo somos huérfanas apenas y recordamos a nuestros padres, crecimos con unos tíos, ellos se encargaron de nosotros durante varios años hasta que decidimos seguir nuestro camino solas. Para ese entonces no teníamos ni idea que nuestra familia escondía grandiosos poderes, nos enteramos poco antes de partir, nos dieron unos libros donde encontraríamos respuestas y algunos entrenamientos. Decidimos ir a la Zona de los Pirineos del condado de Ampurias, por lo que nuestros familiares dijeron era un lugar seguro para nosotras, apenas se elevó el sol partimos, nos despedimos de nuestros tíos y primos.

Cuando llegamos, los primeros días pasamos en una posada del pueblo mientras buscábamos un lugar donde quedarnos fijas, encontramos una cabaña a las afueras del pueblo, era muy espaciosa y perfecta para nosotras, así que decidimos comprarla.

Pasaron unos años y ya había empezado a considerar del pueblo nuestro hogar, era un lugar muy hermoso y su gente también. En poco tiempo la gente se ganó nuestro corazón, en casa las dos ayudábamos, pero Yarah siempre fue diferente, su espíritu era el de un alma libre por más que quería intentar que ella se acomodara a los oficios, simplemente huía del lugar.

A Yarah le gustaba la plaza ahí siempre se la podía encontrar, exactamente en la fuente, era su lugar favorito, siempre se podían ver a los niños corretear y los aldeanos en sus puestos vendiendo o regateando sus productos, muchas veces empezaban a bailar durante los festivales, ella amaba eso, pero aunque a veces me sentía mal por retenerla, nosotras no éramos como ellos, si nos llegasen a descubrir correríamos gran peligro.

Un día ella escapo de la casa como a menudo lo hacía, seguía sin descubrir como lo hacía, decidí dejarla que disfrute un rato para luego ir a buscarla, cuando llegue ahí estaba jugando con unos niños, cuando me vio se acercó y se sentó en la fuente.

–¿Tan poco tiempo? –me dijo sin mirarme y poniendo una expresión de fastidio.

–Sabes bien que no puedes pasar tanto afuera –le dije regañándola.

–Pero no puedo pasar encerrada en casa todo el tiempo –renegó.

–Sabes que es por tu bien –me cruce de brazos.

–Heloise, no seas tan dura solo quiero descansar.

Ante la insistencia de ella me enoje, solo lo hacía por su bien si nos llegaran a descubrir podríamos terminar en la horca o peor en la hoguera, pero aun así accedí, yo pasaba poco tiempo fuera y en la plaza había una pequeña feria así que decidí dejarla mientras recorría el lugar.

–Apenas regrese tú y yo nos iremos a casa, ¿Entendiste? –dije en un tono fuerte.

–Está bien, pero no uses ese tono conmigo.

–Entonces no me hagas usarlo.

Me di media vuelta y camine hacia los puestos del lugar, había bastantes y con variados productos, vi una pequeña carpa donde colgaban hermosas flores, me acerque al lugar y habían demasiadas de todos los colores y aspectos, vi unos girasoles y me acerque a ellas.

Sentí un toque en el hombro así que me voltee, pero no vi a nadie así que regrese mi vista hacia delante pero frente mío estaba un chico alto de cabellos rizados que en su mano sostenía uno de los girasoles.

–¿Te gustan estas flores? –pregunto.

–Se llaman girasoles –respondí secamente.

–Son todas muy hermosas, ¿Piensas llevarte unas a casa?

Ignoré su pregunta y me dirigí hacia otra carpa, ¿Quién era ese chico? No lo había visto antes por el pueblo, tal vez sea del grupo de los seguidores de rey, ellos no traen nada bueno por donde van, lo mejor será ir por Yareli. Caminé rápidamente por el lugar cuando sentí que agarraron mi brazo ¡Mierda, huir así fue muy sospechoso!

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