22: El presente.

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Lance

Las ramas de los árboles gigantescos que me rodean se mueven por el viento, ¿Será este del clima o Helene estará entrenando? Me encuentro dentro del bosque que rodea la aldea de la resistencia, ha sido nuestro hogar los últimos dos años, parece mentira que haya pasado tanto tiempo desde que llegamos aquí, nos unimos a la resistencia y peleamos junto a María para evitar que Estruch siga asesinando a más de nuestro pueblo, con Helene nos unimos al grupo de guerreros, ya hace seis meses que ella se convirtió en líder de grupo de su escuadrón, ha entrenado muy fuerte desde la muerte de Yareli, no quiere perder a nadie más, ya nos hemos encontrado cara a cara con Estruch y cada vez el odio de Helene crece más hacia él, en el último encuentro tuve que pararla antes de que se lanzara contra él, aunque seamos fuerte es muy poco probable que podamos defendernos siendo solo dos de los elementos, Aidan desapareció hace más de un año, simplemente se marchó sin dejar una nota o algo que nos diera una pista de su paradero. Salí en su búsqueda, estuve en todos los lugares que creía posible, pero fue en vano, llegué nuevamente al pueblo de Wicca sin tener nada de información. Antes de que se marchara ya había cambiado por completo, se convirtió en un idiota, se enojaba por todo y con todos.

La furia que llevaba por dentro no lo permitía vivir tranquilo, varias veces me toco recogerlo, ya que se emborrachaba hasta no saber su nombre, varios de los chicos de la aldea me avisaban cuando estaba tirado en alguna esquina o haciendo un alboroto. Peleé varias veces con él, justamente la última vez que lo vi terminé con el labio partido, él con el ojo morado y la ceja partida.

Tal vez nos pasamos un poco ese día, pero él estaba en total descontrol, al siguiente día simplemente no estaba en ninguna parte, espero que donde se encuentre este bien y pueda superar el dolor, no es fácil, con Helene hemos batallado mucho, ya que un ser querido no se olvida de la noche a la mañana, pero debemos seguir adelante, hay personas que esperan que les ayudemos. Tenemos mucho peso encima de nuestros hombros, toda bruja y hechicero nos conocía por ser los cuatro elementos, los cuales derrocarán al Conde y les permitirán volver a vivir sin miedo. Con la muerte de Yareli muchos perdieron la esperanza, escuche muchos comentarios como "Si ni uno de los elementos pudo contra él, ¿Qué pasara con nosotros?" pero aun así muchos aún mantenían sus esperanzas y llegaron para unirse a nosotros.

Sobre Estruch, sabíamos que seguía en nuestra búsqueda, desea nuestra sangre más que nada para lograr quitar parte de su maldición, hizo nuevos aliados, hace ya un tiempo apareció un guerrero a su lado, siempre encapuchado, era una bestia peleando, asesino a varios de nosotros en un encuentro, su agilidad para moverse y pelear era increíble, hasta yo me encontré en problemas cuando pelee contra él, no hablaba por más que quise alterarle, no soltó ni un ruido ni cuando atravesé su hombro con un cuchillo, parecía un títere entrenado solo para matar, un gran aliado para Estruch.

Seguí caminando por el sendero, poco a poco me acercaba más al fin de este, caminaba despacio, después de todo no tenía ningún apuro. Me gustaba dar caminatas así, en donde el viento recorre y puedes ver como cada centímetro de la naturaleza se mueve, cuando vivía junto Aidan me tomaba el tiempo para hacer esto, lo extraño, es primera vez en la vida que me he separado de él. Llegué al final de los árboles, hacia un lado, pude ver un grupo entrenando, me acerqué para ver un poco. Efectivamente, quien lanzaba olas de viento era Helene, cuando estaba a unos metros pude ver como se levantó en los aires en un intento de patada que acertó directo en su contrincante, pude jurar que ante mis ojos vi su movimiento lentamente, pero en verdad fue todo lo contrario, fueron segundos lo que duro en el aire, callo de pie en la tierra sin dejar su postura de pelea, cuando vio a su compañero en el suelo, relajo su cuerpo y empezó a reír junto a todos.

–Vamos Gerald, ¿Ya te vas a rendir? –sonrió mi chica mientras le brindaba su mano para ayudarle a levantar.

–Dijimos que la pelea seria sin magia –dijo este justificando.

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