21: Perdida.

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Lance

–¿Qué están haciendo? ¡Suéltenos! –grité al momento que se cerró el agujero en nuestras caras, ¿Por qué puedo sentir la tierra a mi alrededor, pero no pudo usarla?, mire a los lados, Aidan y Helene luchaban contra las personas que nos agarraban.

–¡No puedo perderla de nuevo, no así! ¡Por favor déjenme ir por ella! –exclamó mi hermano luchando contra quienes lo retenían, logro dar unos golpes y soltarse por un momento, pero nuevamente estas personas lo agarraban como si sus vidas dependieran de ello.

Por todo el alboroto no me di cuenta en donde estábamos, era una habitación inmensa, una biblioteca, todas las paredes estaban llenas de libros hasta el techo parecía sin fin. Nos dieron media vuelta aun sujetados, alrededor nuestro había un gran grupo de personas, ¿Cómo no me di cuenta antes de ellos? Frente a nosotras una mujer se acercó a pasos lentos, era joven, pero su espíritu demandaba rudeza.

–¿Y la otra chica? –pregunto, uno de los hombres que sujetaban a Aidan negó con la cabeza, su expresión cambio, no era tristeza, era como si le quitaran la esperanza.

La multitud a nuestro alrededor al igual que quien suponemos era su líder cambio de expresión, empezaron a murmurar, también se escuchaba como sollozaban, el ambiente se convirtió en algo melancólico, ¿Pero qué está pasando?

–¡Lance, ahora o nunca! –me aviso Aidan y mire a mi lado a Helene antes de forzar a que me soltaran, logramos soltarnos preparándonos para pelear.

–¡Alto, suéltenlos! –dijo fuertemente la mujer que estaba frente a nosotros, de inmediato los demás hicieron caso y retrocedieron.

Mire a Helene y a Aidan, nadie entendía lo que pasaba, pero no bajaríamos la guardia, la mujer se acercó lentamente hasta estar frente a nosotros, estábamos listo para pelear, pero en vez lanzar un golpe, se arrodilló ante nosotros pegando la cabeza al suelo.

–Perdonadme elementos, fue mi culpa que muriera, yo los envíe ahí.

Esas palabras bajaron nuestra guardia, Helene cayó de rodillas llevándose las manos al rostro, lloraba. Aidan al contrario estaba furioso apretaba sus manos con fuerza, su mandíbula estaba fuertemente apretada, sus ojos vidriosos demostraban sus verdaderos sentimientos, pero no dejo caer ni una lágrima, yo no era la excepción, aún estaba analizando lo que había pasado, la habíamos perdido.

Aidan se acercó a ella a paso rápido, estaba muy agitado, agarro de la camisa a la mujer y la levanto dejándola de puntillas.

–¿Crees que con esto cambiara algo? ¿Por qué nos enviaste ahí?, ¡Confiábamos en ti! –la agitó con fuerza, ella hizo una mueca de dolor y los hombres tras nuestro tuvieron el impulso de salir a defender a su líder.

–No se muevan –ordeno ella y estos hicieron caso, pero sus rostros demostraban desagrado ante su orden, me acerque a Aidan rápidamente y lo sujete del brazo.

–Suéltala Aidan, la estás lastimando.

–¡Ella la mato! –grito con furia sin mirarme, sus ojos solo miraban con odio a la mujer que tenía al frente.

–Ella no la mato, lo hizo el Conde –Helene apareció del otro lado de Aidan–, él mató a mi hermana, ella solamente hizo lo que creía correcto, bájala.

–Pero...

–¡Bájala Aidan! ¡Ahora! –exigió Helene con fuerza, lágrimas aún rodaban por sus mejillas, logro que Aidan la soltara de mala gana haciéndola tropezar y caer de espaldas. Helene se acercó a ella y le brindo la mano para ayudarle, ella la tomo agradeciendo. Aidan dio media vuelta y empezó a caminar en círculos, halando su cabello, me acerqué a él.

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