20: Adios.

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Caminé por los pasillos dejándome llevar por ellos, empecé a preocuparme cuando pasaba el tiempo y no llegamos, además que cada vez hacían preguntas más peligrosas.

–Muñequita, prometiste tratarnos bien –dijo el de mi derecha, bajando su mano más allá de mi cintura, no lo permitiría, subí su mano.

–Tened cuidado con lo que hacen, no soy un objeto de uso personal

–dije.

–Preciosura, dejamos nuestras órdenes por usted ¿No cree que merecemos una recompensa? –dijo el de izquierda, agarrándome hacia él y alzando mi mentón con fuerza.

–Señores, considero que han malinterpretado la situación –dije escabulléndome de sus brazos.

–Eres muy ágil, pero no escaparás de nosotros, hace un momento morías por ser cogida perra –dijo enojado el otro, tenía que salir ahora de ahí, pero ¿Dónde estaba? No conocía esta parte, fui traída hasta aquí sin darme cuenta.

–Por favor señores, calmémonos, solo quiero llegar con mis compañeras –dije, retrocediendo un poco.

–¿Dónde piensas que vas? –dijo uno de ellos poniéndose a mis espaldas, intente rodearlo y salir corriendo, sin embargo, por algo estaban resguardando aquella habitación, son rápidos, fuertes y saben bien como capturar a alguien fácilmente. Me encontré arrinconada hacia la pared, agarradas de los brazos fuertemente por uno de ellos.

–De aquí no te vas, perra.

–Por favor señores, el amo se enojará si se entera de esto –intente asustarlos, mi tono de voz salió más agitado, estaba empezando a alterarme.

–¿Tú crees que una zorra como tú le importara al amo? –dijo uno a mi oído, su aliento se sentía horroroso a mi piel, paso su lengua por mi cuello, quise vomitar, pero mi primera intención fue golpearlo, mi pierna fue parada en seco por el otro guardia.

–Será mejor que cooperes, entiende que de aquí no saldrás.

–Por favor, solo quiero hacer mi trabajo, déjenme ir –mis lágrimas estaban a punto de salir, mientras el hombre frente a mí, jalaba mi pequeña blusa.

–¿Qué están a punto de hacer? –dijo una voz firme al final del pasillo, mire rápidamente hacia donde se escuchó, ¡Era el siervo! Los guardias rápidamente se pusieron tensos y tomaron su posición de guardia.

–Lo sentimos sir, únicamente estábamos acompañando a la muchacha, nos pidió ayuda para llegar con las demás –dijo uno nervioso.

–Creo que le pidió ayuda a las personas equivocadas, estos nada más son perros en busca de dónde meter lo poco que tienen –dijo humillándolos, los guardias en vez de enojarse se pusieron muy nerviosos, como si le temieran.

–Vuelvan a sus puestos, señores si no quieren que los reporte con el amo –dijo claramente, los guardias por casi y salen corriendo–. Señorita será mejor que se arregle su vestimenta si no quiere que las demás se preocupen.

Hice caso su consejo, pero me preocupaba Helene, ¿Habría logrado salir? Había pasado bastante tiempo desde cuando nos separamos, espero que fuera bien, termine caminando por los pasillos con el siervo.

–¿Qué hacia afuera señorita? El lugar es peligroso, no confíe en nadie, solo en los suyos –me quede perpleja a lo que dijo, pero imagine que solo era una coincidencia.

–Buscaba un baño, las chicas estaban ocupando el de la habitación, sin embargo, este sitio es enorme y cuando me fije no sabía cómo regresar.

–mentí.

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