14. Ésta soy yo.

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Te destruirá de la forma
más bella,  y entonces entenderás
porque los huracanes tienen
nombres de personas.

~Andrea.

*****


Al despertar lo primero que veo es a Leam.


¡Está durmiendo a mi lado!

Me acomodo en mi lugar, sientiendome tímida. Cuando estoy lo suficientemente sentada, puedo verlo dormir. Su rostro refleja tranquilidad, sus largas pestañas caen en sus definidos pómulos, dándole un aire angelical. Se encuentra boca arriba, con un brazo en su estómago y el otro a un lado.

¿En qué momento entró a la carpa?

¿Y qué hora es?

Empiezo a buscar mi celular, pero no está por ningún lado.

Recuerdo haberlo dejado en mi bolso, pero mi bolso se encontraba en el auto. Tendría que salir y buscarlo. Y yo no funciono en las mañanas.

Solo sigue durmiendo, chica.

Reflexiono mejor la idea, pero me decido por el teléfono. Trato en lo posible de no hacer ruido o generar un movimiento brusco que moleste al saco de sangre dormido a mi lado. Flexiono mis piernas, y bajo la cremallera con cuidado y cuando ya tengo una pierna fuera de la campaña, oigo un gruñido con pesadez.

—Vuelve y duerme, aún es temprano.

Su voz es ronca por el sueño, y habla aún con los ojos cerrados y con el ceño levemente fruncido.

No le hago caso. Logro sacar la otra pierna, de manera que ya tengo medio cuerpo fuera. Salgo por completo y puedo ver cómo el sol amenaza con salir a la distancia. Me muevo en dirección al carro rápidamente y cuando voy a abrir la puerta ésta se encuentra cerrada con seguro.

Enfurruñada vuelvo a la carpa. No debe de ser tan tarde ya que el sol apenas está saliendo.

Me adentro nuevamente en ella, dejándome caer poco a poco al lado de Leam. Mi cuerpo reposa junto al de él, pero mi mirada cae en lo que debe ser el techo de la carpa. Me siento incómoda, un movimiento y puedo tocarlo. Sentir su piel contra la mía. El calor de su piel.

Me empiezan a picar las yemas de los dedos, ansiosos por sentir su piel de solo pensarlo.

La poca luminosidad de la carpa me vuelve loca. Leam y yo estamos solos, en un lugar apartado, encerrados en este pequeño lugar y aún así con poca luz. Dios dame fuerzas para no lanzarme encima de él.

Uyy amiga, ese si que es un sueño húmedo.

En efecto.

Aún de espaldas a la cómoda, empiezo a estar intranquila, estoy demasido nerviosa, siento mis manos sudar y un insesante nervio recorrer mi columna.

Leam, quien está todavía dormido, se voltea hasta quedar boca abajo y con los ojos cerrados. Y, cuando menos lo esperaba, pasa su brazo por encima de mi estómago, atrapando mi vientre entre sus brazos.

Su tacto hace estremecer mi anatomía, dando un pequeño respingo de sorpresa y nerviosismo.

—No te muevas tanto.— me dice, esta vez con la voz ronca y adormilada.

Y, lo que nunca me imaginé...

Ay! esta es mi parte favorita.

Cuando menos los espero, estoy embuelta en sus brazos. En un ágil moviento mi espalda baja choca contra su excitación, lo que provoca que mis mejillas ardan bajo mi piel. ¿¡Porque eso me puya la costilla?! Gracias al altísimo que no podía ver mi difícil respirar, ya que se encontraba atrás de mi. Rápidamente, con sus brazos entorno a mí, me empieza a acariciar el brazo. Haciendo formas irreconocibles en mi ahora erizada piel.

A TU LADO [En curso] •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora