1. La cafetería.

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¿En qué estaba pensando cuando elegí lo que me pondría el día de hoy? La respuesta más simple jamás dicha en mi vida: No pensaba en absoluto.

Mal arreglada.

Te recuerdo que eres parte de mi, por lo tanto tienes la misma culpa.

Llevo puestos unos jeans rotos, con una enorme camiseta que dice 'No me importa'. Unas vans blancas con negro que me encantan, por cierto y mi cabello va en una cola alta con cabellos rebeldes escapando por los lados de mi cara.

Si, no es lo mejor de mi armario, pero en mi defensa estaba apurada.

—Buenos días, señorita Mallcovish.— la directora McFly me interrumpe en mis pensamientos. No me di cuenta de que me quedé petrificada ante semejante obra de arte. —Veo que ya tomó en cuenta a su respectivo compañero de detención.— agrega con un tono burlón, desde su escritorio. —El es Leam, Leam ella es Alisson.

Cuatro letras.

Solo cuatro letras tiene su nombre, esas cuatro letras quedaron rondando por mi mente, repitiéndose una y otra vez.

Que horrible.

Dirijo la mirada al saco de sangre llamado Leam, que por alguna razón no dejo de repetir ese nombre en mi mente. Otra vez. Lleva puesta una sudadera negra y unos pantalones semi oscuros, con unas converse. Lo examino de arriba a bajo con la mirada mientras camino hacia mi respectiva silla, con actitud despreocupada y con cara que comunica de todo menos amabilidad. Desde atrás solo puedo ver su espalda y su cabeza disfrazada de una capucha.

Ya no le prestaré tanta atención.

Yo si.

Ya sentada en unas de las mesas de atrás. La directora empieza a darnos el típico sermón de acatar las normas del instituto y sus consecuencias al no hacerlo pero por alguna extraña razón solo le doy miradas rápidas a Leam, y el solo está absorto en sus pensamientos, sin prestarme la mínima atención.

Que habrá echo para estar aquí, no es que sea la cárcel, pero debió hacer algo. En Moulcof las reglas son muy estrictas y se deben seguir al pie de la letra, por lo mismo es que casi nadie transcurre este salón, solo yo.

¿Sería muy acosador de mi parte acercarme para hablar?¿Y si piensa que soy un fastidio por inmiscuirme en su mundo?

No es muy tu estilo.

Me levanto valiente en camino a dónde está Leam, como buena chica social que soy. Es loco porque yo me concidero una persona amable, independientemente de quien sea.
Desde pequeña siempre he tenido el impulso de integrar a las personas a lo que sea que haga, no me gusta que nadie se sienta excluido. Pero cuando se trata de él, me pone ansiosa su respuesta.

Recuerdo cuando en primer grado, una niña de mi salón era extremadamente penosa, todo le daba pena. Todos estábamos jugando en el patio tracero de la primaria y la vi desde lejos sentada en la banca, salí en dirección hacia ella para ofrecerle mi amistad y nos fuimos a jugar con los demás.

En conclusión, me levanto de la silla y voy en busca de su paradero. Vacilo en si llegar hasta allá, lo pienso... avanzo y me devuelvo... ¡Joder! ¿¡Porqué no simplemente llego hasta su lugar?! Sin pensarlo dos veces, me acerco hasta quedar al lado de su silla. Trato en lo posible de parecer natural... estoy natural...

Aunque por dentro te estás muriendo de los nervios, chica.

Nerviosa, trato de ignorar mi latente corazón, solo estoy a unos centímetros de distancia de él, pero aún así puedo sentir el calor emanando de su cuerpo por el pequeño roce de nuestros brazos, lo que produce en mí las famosas mariposas en el estómago. Ya pasados unos minutos intento hablar, las palabras se atoran en mi garganta, produciendo un ambiente incómodo y lleno de tensión.

A TU LADO [En curso] •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora