24. Lo inesperado.

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Mini-maratón 2/2

No sé a qué se debía el que el tiempo me pareciera eterno, que las calles se me hacían repetidas unas tras otras. Y si no fuera que andaba con Leam, hubiera creído que daba vueltas en un radio cercano al área, dónde se repetía el mismo lugar una y otra vez. Ya sin poder evitar hablar, encaro a Leam:

-¿Dónde estamos?.

-En el boulevard de los sueños rotos.- voltea y me ve con una sonrisa burlona.

A lo que yo le respondo con ojos asesinos, que si pudieran matar, ya el idiota estaría a tres metros bajo tierra.

-Hablo en serio, Leam.

-Yo también.- su risa se hace escuchar, carcajadas salen de su garganta.

Pienso que lo mejor está seguirle el paso a donde sea que vaya, y dejarme degustar aquella deliciosa comida china. Dos, tres, cuatro calles más y hemos llegado al lugar, y se que fue así cuando Leam paró delante de un restaurante de comida china. Un señor de corbata se encuentra situado en la entrada, ordenando a cada quién dónde se encuentran lugares disponibles.

-Buenas noches.- empieza Leam.

-Bienvenidos, su mesa ya se encuentra reservada en el lugar donde usted lo ha pedido.- le responde el alto y educado señor.

Espera... ¿A caso ya el lo tenía planeado?. Mi cabeza se vuelve un caos tratando de entender toda la situación, pero el único que tiene mis respuestas es el idiota y él se encuentra delante de mi, y por eso me apresuro a seguirle el paso, quedando a su lado.

-¿Cómo sabías que aceptaría?- vamos, no creo que sea tan seguro de si mismo como para predecir el que vaya a aceptarle una salida, aparte, ¿cómo sabía dónde estaría?.

Llegamos a la mesa que nos pertenece y el encargado de dirigir a cada cliente nos ofrece sentarnos en las sillas, cediéndolas ante nosotros. Cada uno toma asiento, uno al frente del otro.

Le doy el tiempo necesario a Leam para que responda mi pregunta, mientras me doy el lujo de admirar el lugar dónde nos encontramos. Es al aire libre, dónde somos sostenidos por un muelle, muy al estilo hawaiano. Lanchas a nuestros lados son el panorama perfecto para los visitantes. Luces de pequeñas bombillas son suspendidas por un casi inexistente cableado, dándole un toque campestre. La mesa se encuentra decorada con un hermoso centro de mesa de diversas flores, algunas velas y los platos en dónde irá la comida. Pero lo que logra cautivar mi atención es el espectáculo natural que me ofrece el anochecer de hoy... es una mezcla de tonalidades, arreboles en el cielo de un azul intenso que rápidamente me hacen acordar de la mirada de Leam, y también el tono rasado y naranja como reflejo de los rayos del sol en su desvanecimiento.

Inmediatamente recuerdo la conversación pendiente con Leam, por lo que fijo mi vista en él, quién me ve con suma tranquilidad y fijeza.

-Te hice una pregunta.

-Solo improvisé.- alza los hombros, restándole importancia.

-Ya tenías reservada la mesa, eso no es improvisar.

-Tal vez ya sabía ciertas cosas.

-¿Tal vez? Piensas que con un "tal vez" me convencerás...

Se inclina hacia delante, quedando a escasos metros de mi rostro. Los codos afincados en la mesa, y las manos entrelazadas.

A TU LADO [En curso] •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora