Capítulo 15 - El lado oscuro de Lalisa Manoban

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Los ángeles/California julio de 1999.

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Abrió la puerta del frio lugar en donde vivía. El edificio no era de los mejores en aquella ciudad llena de actores. Esa ciudad en donde nadie la buscaría. Tiró sus llaves y escondió, bajo el mugriento colchón, el dinero que había logrado robar aquella mañana a las personas que se descuidaban viendo a algún loco con algún disfraz. Abrió la alacena y no encontró nada más que una fría lata, que seguramente estaría ahí durante demasiado tiempo, más de lo que ella podría recordar. Necesitaba encontrar un trabajo pronto, porque no iba a sobrevivir mucho tiempo. Se rio de manera cínica al pensar en un empleo, un empleo que sirviera de fachada para poder esconderse de su realidad, de aquel pasado oscuro que escondía bajo sus fríos ojos azules, esos que no habían sentido las lágrimas jamás y que si todo seguía igual, o mejor que ahora, no los sentirían nunca. Tomó en sus manos el periódico y lo revisó un par de veces hasta que encontró lo que buscaba.

"Se busca asistente personal con buena presentación y preparación, bastante discreta. Interesadas presentarse a entrevista en LA Soport Tecnic Jeon Corp."

Sí, ese era el lugar su lugar. Abrió la bolsa negra que tenia escondida bajo la cama y sacó de ella la ropa arrugada que se había comprado en uno de sus tantos viajes a París. Buscó el maletín que estaba escondido en aquel bolso y sacó los pasaportes falsos.

Jane Mist, no definitivamente no. Olivia Vanger, no ese tampoco. Luego de desechar los nombres comunes se detuvo en uno, Lalisa Manoban. Sonrió, ese era, solo necesitaba un cabello negro. Buscó entre sus cosas y encontró una peluca vieja negra, la peinó, y cuando estuvo lista vio como el reloj marcaba la 1:00 de la madrugada. Había planchado la ropa con sus propias manos y ahora estaba lista.

Las oficinas de LA Soport Tecnic Jeon Corp eran pequeñas. Según había podido averiguar, aquel lugar que ella ahora veía como un miserable piso con poca gracia, había sido el esfuerzo de un niñato con aires de grandeza. El lugar únicamente tenía nada más que un escritorio enorme en la entrada, con muchos teléfonos que sonaban de manera desesperada sin ser atendidos y una oficina al fondo de un pasillo, con una puerta de vidrio, unos cuantos cuadros de arquitectura con paisajes realmente bonitos y unas sillas en las que, ella suponía, estaban sentadas tres chicas aspirantes al puesto que era suyo. Les sonrió con hipocresía a las tres chicas, dos rubias con mini faldas y escotes de prostitutas baratas y una pelirroja que parecía sacada de alguna historia en donde el jefe se enamora de la secretaria. La pelirroja Janiche, Julice, Juina, olvidó su nombre en cuanto lo dijo, la saludó con una sonrisa cálida, mientras su estomago se revolvía. Ella era la más peligrosa, la que podía robarle su puesto, porque era suyo y nadie podía decir lo contrario. Un joven abrió la puerta principal y ella dedujo que sería el dueño de aquel lugar. Parecía frustrado, intentando apagar los teléfonos que sonaban sin cesar. Golpeo la mesa y se giró, estando de espaldas Lalisa como ahora se llamaba. No había podido ver más que una espalda ancha y un buen trasero. Sin duda el niñato era más que eso. Sus ojos turquesa la atraparon como nunca antes. Todo pareció desaparecer para ella, sus facciones varoniles la llamaron a pecar y los músculos de su pecho perfecto, escondido bajo una camisa de vestir color celeste claro, sus caderas.

-Maldición- Lo escucho decir. Entonces reaccionó. Se levantó de su asiento y se colocó tras el enorme y feo escritorio, levantando uno de los tantos teléfonos que sonaban desesperados.

- LA Soport Tecnic Jeon Corp. ¿en que puedo ayudarle?-

Escucho pacientemente ante la atenta y hermosa mirada de aquel hombre. Le sonrió de manera calculadora y dijo:

El Maestro De Mi Hijo - KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora