Capítulo 3: Promesa de meñique

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César Franck - Violin Sonata


El nuevo maestro de Derek era tal como dijo Al.

Su nombre era John O'Brien, un hombre de setenta y seis años, uno setenta de altura, con su cabello blanco bien peinado y una cálida sonrisa. De cara redonda, facciones suaves y ojos grises redondos.

Derek iba a la mansión Tzara para recibir sus lecciones, mientras Al practicaba en otra habitación. Aún estaban con la misma pieza que ambos habían escogido, y gracias a John, Derek tuvo muchos avances.

—Ten paciencia, no serás bueno de la noche a la mañana. Sólo enfócate en practicar y no lo pienses mucho—dijo O'Brien con amabilidad, tratando de calmar al alterado Derek.

—Necesito alcanzar a Alphonse lo antes posible, mi inexperiencia lo está retrasando—respondió con impotencia.

—Alphonse no lo ve así, además él confía mucho en tus habilidades, igual que yo. Pronto serás un excelente pianista, Al tiene buen ojo—consoló con una sonrisa y suspiró—Aún faltan muchos años para que puedan tocar frente a la reina, si es que tienen el honor. Y sólo lo tendrán si te concentras en ensayar.

—...Está bien—Derek se dispuso a seguir y miró las partituras con determinación.

John O'Brien era un famoso y talentoso pianista y violinista (aunque se especializó más en el violín) cuando era joven, pero a los treinta y ocho años tuvo una extraña enfermedad que atrofió los dedos de sus manos, y los volvió casi inútiles. Sin embargo, eso no lo desanimó, y decidió compartir sus conocimientos con quién lo necesitara.

Y resultó ser un maestro excepcional, cosa que Derek agradecía mucho.

Las semanas pasaron y sus avances eran descomunales, y junto con la determinación de Derek la música se volvió algo completamente diferente de lo que era antes...

Las semanas pasaron y sus avances eran descomunales, y junto con la determinación de Derek la música se volvió algo completamente diferente de lo que era antes

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—Cada vez tocas con más claridad y delicadeza—exclamó Al fascinado y se acercó al piano—Me alegro por ti.

—Es todo gracias a ti y del señor O'Brien, sin ustedes aún estuviera varado en quién sabe dónde—contestó sonriendo con dulzura.

—Y sabes lo que significa—dejó con cuidado el violín sobre el estuche y dijo en un susurro—Que podemos escabullirnos y tomarnos más tiempo libre.

—Al...—Derek rio ante sus palabras y lo miró con diversión.

—También has cambiado en otras cosas—tocó su mejilla con la yema de su dedo y añadió—Ahora también sonríes más.

—¿T-Tú crees? —preguntó aclarando su garganta, suavizando su expresión y desviando la mirada hacia otro lado.

—Si—lo jaló del brazo y dijo—Sigamos hablando en otro lado, vamos al jardín, quiero estar en el columpio un rato.

El músico de la muerte© [Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora