El músico de la muerte© [Gay]

Capítulo 8: Terror

Gnossienne No. 1 - Erik Satie, Alena Cherny.

—¿Qué tal vas con tus estudios? —preguntó Derek.

—Bien. No es tan difícil.

—Te estás esforzando, ¿verdad? Ya casi los terminas.

Los estudios básicos para un noble o familia adinerada pueden recibirse en casa o en un instituto. Los padres de Derek y Alphonse optaron por la primera opción, teniendo profesores personales.
Derek ya se había graduado, a la edad de dieciocho, y Al estaba haciendo las últimas evaluaciones.

—...Si, por supuesto.

—Mentiroso—rodó los ojos y acercó su mano para quitar el césped que estaba en su cabello.

—¿De qué me sirve sacar buenas notas en historia? No lo necesito. Además, es aburrido—se quejó Al.

—Pero es importante saberlo.

—¿Tu profesor también te enseñó historia?

—Claro que sí. Es lo normal. También lo enseñan en las escuelas.

Derek lo escuchó bufar. Sus claros ojos miraban hacia un lado, reflejando fastidio. Lo observó por unos segundos, cuando un pensamiento lo llevó a otro, y dijo:

—Necesitas ser bueno. Así serás útil para tu familia, para cuando heredes tu parte de las tierras.

Alphonse lo miró con calma. Sabía lo que se ocultaba detrás de esas palabras, y lo que su respuesta implicaba.
Derek no se atrevía a preguntar, así que decidió probarlo de esta manera.

—¿Qué cosa crees que me motiva? —preguntó seriamente.

—...No lo sé. ¿Qué te motiva?

—Bueno, en realidad son dos cosas—bajó la voz, se dio la vuelta y se acostó boca arriba, observando el cielo—Mi felicidad, y tú felicidad.

Derek guardó silencio.

Los árboles los rodeaban, y estaban ahí, bajo sus sombras, tirados en el césped. Se sentía cómodo y refrescante.
El sonido del viento, el pájaro que cantaba, las ramas que se mecían...Era todo lo que se escuchaba.
Derek se sintió un poco mejor al recibir esa respuesta, aunque ahora surgieron nuevas dudas, pero no quería seguir preguntando. Si Alphonse no lo decía era por una razón. Así que decidió esperar a que él quisiera decirlo.
Hablar del futuro era difícil...

—También me motivan esas razones—dijo Derek luego de un largo rato de silencio—Me prometí a mí mismo que seríamos felices.

Alphonse lo miró, con una mezcla de alivio y melancolía. Suspiró y dijo:

—Gracias Derek. Por favor, no te rindas conmigo.

—Jamás lo haría.

Alphonse devolvió su mirada al cielo y sonrió.