Día lluvioso, nubes grises y una leve neblina cubrían las calles de Londres, un escenario tan melancólico como cautivador. Louis observaba el panorama desde una acogedora cafetería, una de sus favoritas, donde solía refugiarse con su hermana Isabella Tomlinson. Isabella, una joven de veintidós años con una belleza discreta y serena, parecía cargar con más responsabilidades de las que le corresponden para su edad. Louis no podía evitar pensar que debería estar disfrutando más de su juventud, pero la vida no había sido amable con los Tomlinson.
Louis era dueño de uno de los hospitales más prestigiosos del país: el Instituto de Cancerología T. Este lugar, conocido por brindar servicios excepcionales a pacientes con cáncer, era su mayor logro, aunque también el recordatorio constante de un pasado marcado por el dolor.
Todo comenzó cuando él, un adolescente de diecisiete años, aún indeciso sobre su futuro, recibió una noticia que cambiaría el curso de su vida para siempre: su madre había sido diagnosticada con mieloma múltiple. El impacto fue devastador. Esa enfermedad, silenciosa y cruel, se convirtió en la sombra que oscurece los días de Louis y su familia.
La impotencia que sintió al escuchar el diagnóstico lo desgarró. Quiso gritar, romper todo a su alrededor y proteger a su madre de un destino que parecía inevitable. Recordó con amargura cómo ella había sido su refugio en los días oscuros de la infancia, y ahora, él no podía devolverle el favor. Ese sentimiento de fracaso le pesó en el alma.
May Tomlinson, su madre, observaba con tristeza cómo su hijo mayor cargaba con una responsabilidad descomunal para su edad. Louis, a pesar de ser apenas un adolescente, asumió trabajos agotadores, sacrificando horas de descanso y momentos de juventud por el bienestar de su familia. Pero el trabajo no era lo más difícil; lo que realmente lo atormentaba eran las noches interminables en las que veía a su madre debilitada por la fiebre, las hemorragias y el dolor.
Cada vez que May se derrumbaba físicamente, Louis hacía todo lo posible por mantener la calma frente a sus hermanas menores, creando una burbuja de normalidad para protegerlas de la dura realidad. Sin embargo, cuando estaba solo, permitía que las lágrimas rodaran por su rostro mientras trataba de encontrar la fuerza necesaria para seguir adelante.
Finalmente, debido a las complicaciones de su enfermedad, May fue internada en un hospital especializado. Louis y su padre, Mark, se dividieron entre sus trabajos, las visitas al hospital y el cuidado de las niñas. Fueron meses agotadores y llenos de sacrificios. Louis, incluso en medio de esa tormenta, encontró la determinación para ahorrar dinero y postularse a una universidad. Tenía claro su propósito: entender y combatir la enfermedad que tanto daño le había hecho a su madre.
A los diecinueve años, ingresó a la universidad para estudiar oncología. Fueron años de esfuerzo titánico, pero su determinación lo llevó a graduarse como el mejor de su clase. Con el tiempo, y tras mucho sacrificio, logró fundar su propia institución, donde ahora su madre recibía la mejor atención.
Aunque May mostraba ligeras mejoras, había días en los que el dolor la consumía. Esa mañana había sido uno de esos días.
–Deberías descansar un poco. Pareces agotado– dijo Isabella con un tono cargado de preocupación.
Louis suspiró, apoyándose en el respaldo de la silla, pero su mirada seguía perdida en las gotas de lluvia que se deslizaban por el ventanal.
–Lo sé, pero hoy no ha sido un buen día para ella. Me tiene intranquilo –murmuró, con la voz rota.
Isabella lo observó en silencio antes de suspirar profundamente.
Louis, no cargues con todo esto tú solo. Todos estamos aquí contigo: Evelin, papá, yo... Por favor, déjanos ayudarte.
Louis giró lentamente la cabeza hacia su hermana, y en su mirada había un cansancio tan profundo que parecía hundirlo.
–Sé que están conmigo, Isabella. Pero no es suficiente. He intentado todo lo que está a mi alcance, y ella sigue igual. Es como si estuviera luchando contra algo invencible. Es frustrante... es desesperante– confesó, con una mezcla de rabia y tristeza en su voz.
Isabella, conmovida por el dolor de su hermano, tomó su mano entre las suyas y la acarició con ternura.
–Tal vez deberías enfocarte en algo más. Mamá no querría que te hundas en esto. ¿Cuándo fue la última vez que saliste con alguien?
Louis frunció el ceño. Aquella pregunta lo incomodó. Había evitado pensar en su vida personal durante años. Isabella sabía bien de su vida amorosa, o más bien, de su falta de ella. Nunca había tenido una relación estable. Su único intento fue en secundaria, un romance infantil que apenas duró un mes. En la universidad hubo algún que otro encuentro, pero nada serio.
–Por favor, no empieces con eso otra vez. Mis prioridades son otras, y lo sabes. Ahora mamá me necesita más que nunca. No hay espacio para otra cosa.
Isabella lo miró con una mezcla de compasión y resignación.
–Al menos lo intenté– dijo, dejando escapar un suspiro mientras dirigía la mirada hacia el ventanal, donde las gotas seguían cayendo con una persistencia inquebrantable.

ESTÁS LEYENDO
January melancholy
ФанфикLouis dirige un hospital reconocido por su labor con pacientes de cáncer, pero la carga de su responsabilidad lo ha convertido en un hombre reservado y solitario, un maestro en el arte de ocultar sus emociones. Harry, en cambio, arrastra un pasado t...