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Tom suavemente suspiro mientras miraba a los magos que poco a poco llegaban al lugar, aun con aquel niño sujeto a su mano, con suavidad lo empujo y ambos terminaron aún más cerca del escenario de madera.

Ciertamente no reconoció a nadie de esa muchedumbre, poco a poco comenzaban a revolverse entre muggles y demás niños que miraban con atención como el escenario era puesto.

El suave tirón del niño llamo su atención, por lo que impávido lo miro, arqueando sus perfectas cejas.

—¿Puedo despedirme?

Replico el niño, señalando a un grupo de niños que estaban juntos y solitarios.

Tom aprovecho para sacar un puro de su saco y encenderlo con un mechero, llevando el puro a sus labios, suavemente asintió, el niño sonrió, pero antes de que este corriera, advirtió.

—No demores, ni pierdas el tiempo, yo no soy tu nana, ni espero, si llega la hora de irme, me iré, estés o no y no será mi problema.

El niño asintió frenéticamente y en segundos corrió.

Tom lo observo alejarse, de alguna forma le recordaba a Malfoy, quizás era por ese par de ojos inocentes, no tenía ni idea.

Inhalo el tabaco de su puro y lo contuvo en sus pulmones, embriagándose de la sensación y sabor amargo de este, con lentitud comenzó a rodear la zona, mirando a todos lados.

Por fortuna, lo que buscaba no fue complicado de ubicar, en medio de un edificio casi destruido, tres cajas de madera personalizadas se encontraban.

Tom con paso certero se acerco al edificio, antes de siquiera entrar, empuño su varita, alerta y sin mas se camuflajeo por la oscuridad misma del lugar, sin llegar a ser inoportuno observó por unos instantes más si había alguien mas en la zona, aparentemente no había nadie, por lo que con sumo cuidado se acercó.

Teniendo de cerca las tres cajas, sus dedos se posaron por la tapa de una de esas muñecas, ahora que las veía de tan cerca podía observar la calidad de las cajas, adornadas por tema y características, las cajas representaban una personalidad y un personaje.

La caja que con suavidad tocaba era de un tono verde jade y pinchos sobresalían de las esquinas.

Con lentitud por fin llevo ambas manos a la caja y la abrió con mucha facilidad.

Dentro de la caja, la porcelana blanca lo esperaba, podría jurar que los accesorios de la muñeca eran de gran calidad y que las joyas que llevaba eran reales.

Dejando de lado la tapa, inconscientemente su mano revoloteo por el cuello de la muñeca, tentado simplemente arranco el collar que esta llevaba y sin siquiera pensarlo lo guardo en su saco.

Un gesto tan natural y limpio que cualquiera que lo viera, jamás pensaría en que estaba tomando algo ajeno.

La gente del orfanato solían llamarlo cleptómano, pero él no lo veía así, solo tomaba un pequeño recuerdo de cada una de sus ajanas, ¿por qué robaría algo sin valor?

En cuanto guardo su nuevo tesoro, tomo a la muñeca con una de sus manos mientras que con su otra mano sujetaba su varita y apuntaba a la muñeca.

Con suavidad comenzó a susurrar un hechizo para poder ver a profundidad las características de la muñeca, pero su hazaña fue detenida cuando una mano enguantada tomo la mano con la que sujetaba su varita.

Riddle lentamente giro su cabeza, encontrándose frente de el a una persona de estatura promedio, encapuchada, por lo que era difícil decir si se trataba de un hombre o una mujer.

Tom intento ver de quien se trataba, pero se llevo la sorpresa de que aquella persona llevaba una máscara.

Con una voz que claramente fue distorsionada por magia.

—Parece ser que hay gente realmente ansiosa por mis muñecas, pero joven incrédulo, si no compras no tocas nada o es que debo considerarte un sucio ladrón.

Replico mientras de entre las bolsas de su largo saco su varita y apunto al joven mago.

Tom suavemente sonrió fingiendo incredulidad, a pesar de que fue atrapado con las manos en la masa.

—Lo siento, solo tenía curiosidad.

Replico y a su par el ser apretó aún más su mano.

Ajeno del dolor propio, Tom no expreso dolor, pero si fue desarmado en cuanto tres encapuchados más le rodearon.

—La curiosidad mato al gato.

Tom rio.

—Pero el gato murió sabiendo.

El encapuchado no demoro en llevar su varita al cuello de Riddle, presionando con fuerza su varita.

—Eres joven, tonto e ingenuo; te perdonare la vida, pero no te vuelvas a cruzar en mi camino, espero que lo recuerdes por el resto de vida que te reste, que no mueras hoy se lo debes a Bleu, Bleu tiene misericordia por los tontos.

Tom arrugo su entrecejo enojado, pero antes de que pudiera hacer algo, todo su mundo se volvió oscuro.

Cuando volvió a abrir sus ojos Tom se encontró a si mismo rodeado por la oscuridad, con dolor en la nuca y con el niño con el que había hecho el trato, que con un periódico viejo le estaba echando aire, preocupado.

El niño le abrazo y Tom lo aparto confundido percatándose de que en su puño su varita estaba junto a un papel.

Suavemente agito su varita en un lumos y abrió el papel.

— Bleu tibi bene vivere vult, si vivere graveris, illum quaere. (Bleu te desea una buena vida, si te cansas de vivir, búscale.)

Arrugando la hoja, Tom se paro y con la cabeza le hizo una seña al niño de que lo siguiera.

Esta humillación no la olvidaría y ese tal Bleu pagaría.

...

A Mulciber, que aún estaba curando sus heridas, realmente se le bajo la azúcar cuando esa misma noche vio llegar a su mansión a su amo furioso y más aún cuando vio que este no venía solo.

El castaño suspiro pensativo.

¿Qué le diría a su santa madre? para poder mantener al niño que su amo traía a salvo.

Fuera lo que fuera, tendría que pensar rápido porque no aguantaría otra ronda de crucios, no cuando su señor estaba tan furioso.

//Cancelada//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora