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Era realmente extraño para Tom dejar a alguien mas entrar a su departamento, pero la insistencia de Adam y el hecho que pasara una noche en su puerta, esperando a que le abriera, le dejo sin opciones.

A ciencia cierta, Tom no confiaba en ese niño, pero sabia que era conveniente tenerlo de su lado, por lo que tendría sus ojos en él.

—Maestro, maestro, ¿Cuál es su nombre?

Pregunto el menor interrumpiendo la lectura del mayor, este cerro su libro y le miro fastidiado.

—Para todos los que siguen mis ordenes soy Lord Voldemort, tú al venir conmigo sellaste tu destino por lo que también me llamaras por ese nombre, pero solo cuando estemos en privado, cuando estemos en presencia de magos o muggles me llamaras Tom.

—¿Por qué oculta su nombre?

El niño pregunto, recargando su mentón sobre la pulida mesa de madera, un tanto aburrido por el extremo silencio de su maestro.

—El mundo aun no esta listo para saber de mí, pero cuando llegue el momento, no habrá necesidad de usar el molesto nombre muggle, Tom y solo seré Lord Voldemort.

El niño asintió sin saber la profundidad oculta entre esas palabras, se levanto y con curiosidad acerco sus manos al viejo caldero que Tom había usado en sus años escolares.

Tom le miro de reojo y suavemente replico.

—Ya que pareces lo suficientemente aburrido, continuaremos con tus clases.

Y sin más tomo su viejo, pero pulcro tomo de defensa contra las artes oscuras.

—¿Por qué siempre vemos artes oscuras?

—Es la materia más útil. Además, te servirá cuando vallas a Hogwarts.

Los ojos del menor se abrieron de sobremanera.

—¿Me permitirá ir a la escuela?

Tom le miro esperando que estuviera bromeando, al notar la seriedad en el rostro del menor, replico.

—Naturalmente.

El niño no demoro en correr a los brazos de su tutor y rodearlo con alegría, impávido, solo logro tensar sus músculos ante la inesperada muestra de afecto, por lo que inmediatamente lo aparto.

—No hagas esas cosas, es de débiles.

El niño asintió frenéticamente aun sin poder controlar su felicidad.

Cuando cumpliera los once años, claro que enviaría lejos al mocoso y si, su desdicha seria también una bendición, al convertir a ese niño en sus ojos y oídos, los ojos y oídos que le dirían que pasa dentro de la escuela, un par de ojos inocentes que pasarían desapercibidos por Dumbledore.

En cuanto noto la atención en sí mismo, se pudo de pie, mientras continuaba hojeando el libro con lentitud, buscando entre las páginas, un tema que resultara atractivo para un niño.

Puede que él no fuera en su tiempo un niño común, pero él si que sabia analizar y observar al mundo, tanto como para reconocer que temas provocaban interés y eso era lo que necesitaba ahora, provocar que ese niño amara de sobremanera las artes oscuras, tanto para que en el futuro no le temblara la mano al lanzar una maldición imperdonable.

Con suavidad aclaro su voz y en voz alta empezó a leer.

—Criaturas oscuras. El Diablillo, también conocido como Imp, es una criatura mágica que sólo se encuentra en Gran Bretaña e Irlanda. Entre sus características se encuentra que sus ojos son de un intenso amarillo, cuentan con una piel grisácea, sin pelaje, una criatura mortal que llega a medir entre 15 y 20 cm.

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