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Justo paró el coche a una calle de mi casa, obviamente no le diría dónde vivía.

—Muchas gracias — agradecí con una leve sonrisa

—No hay de qué, descanse, nos vemos el lunes

Asentí para después dirigir mi mano al pequeño pomo de la puerta, estaba por salir cuando lo oí hablarme

—Melina

—¿Si?

—¿Qué le dijo el Sr. James?

No me gustan las mentiras — recordé lo que me había dicho desde un inicio

—Justo lo que él le dijo, tan sólo me felicitó — mentí sin piedad

—Algo le dió...¿qué fue?

Abrí los ojos como plato

—N-nada, tan sólo un pequeño dulce

—Haberlo

—Ya me lo comí

—¿Cuándo? Que yo no le he visto comer algo

Reí nerviosa

—Ay, que gracioso es — respondí — usted no es muy atento que digamos eh...

Él me miró seriamente, más no me dijo nada.

—Hasta el lunes — respondí para después cerrar la puerta y empezar a caminar

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Él la vió irse, vió como doblaba la calle.

Él negó

—Debí imaginarlo — se dijo a si mismo para después arrancar el auto.

Se sentía orgulloso, se sentía bien, pero desde que vió que el Sr.James, otra de las buenas empresas la vió hablar con ella, sentía un ligero temor.
Sabía que Melina no le decía la verdad, y eso lo tenía preocupado.

📞

—¿Qué tal la junta?

—Bien, bien, de maravilla, diría yo

—Suena muy bien, te dije que haría un gran trabajo

—James habló con ella

—¿Eh?

—Sí, el anciano ese, ví que se acercó hacia ella y algo le dió, Melina no quiso decirme qué era

—Vaya, no me gustaría que Melina se fuera, ya me cae bien

Tom rodó los ojos

—¿Es encerio?

—Bueno hermano, ¿qué quieres que diga? Quizás hasta lo considere, la pobre algún día se va a desesperar de tu gran genio

—Hijo de puta

—Aunque bueno, no es que sean diferentes, tú y ella, quizás por eso te soporta

—¿Sabes qué? Hablamos después

📞

Tom colgó desde la pequeña pantalla de su auto, después dió la vuelta para entrar al estacionamiento de su vivienda. Paró el coche en el mismo lugar y lo apagó.

Miró por la ventana y pensó que lo que le había dicho su compañero Sebastian era verdad. Además, también recordó que en aquella junta, se había dado cuenta que la varios hombres la habían alagado y quizás decirle alguno que otro piropo.

Él ya sabía que los hombres la veían bonita e inteligente, que ya le tenían en la mira algunos otros. Se sentía afortunado de tenerla.

—¿Por qué tiene que tener un carácter tan horrible, señorita Melina?

La Caótica Vida De Melina |Tom Hardy|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora