La Caótica Vida De Melina |Tom Hardy|

28

—Ya llegaron — comentó Clarissa mientras entraba a la oficina junto a Sebastian

—¿Quiénes? — preguntó Tom mientras fruncía el ceño

—¿Cómo que quiénes? — reprochó la mujer mientras se cruzaba de brazos — los modelos

—Y será mejor que hagas algo porque...— sebastian paró en seco

Selena, la secretaria que manejaba las visitas de Tom, se asomó por la oficina, ignorándolos.

—¡Melina! — dió un leve grito

Ella hacía un trabajo que le habían pedido, hasta que caminó hasta la puerta y vió a Selena en el otro extremo de la otra puerta

—¿Qué pasa? — susurró

—Hey, ya llegaron los modelos que te dije — pausó emocionada — los suecos, ven, vamos a echarnos un taco de ojo

Melina sonrió emocionada para después tomar su teléfono.
Salió de su pequeña oficina, también ignorando a todos.

Tom frunció el ceño, se recargó en su escritorio, viendo lo que hacía la chica.

¿Quién le dió permiso? — pensó

Sebastian y Clarissa sólo veían la escena, hasta que voltearon con Tom.

—¿Ves? De eso hablaba — terminó Sebastian

Tom se paró y rápidamente empezó a caminar hasta la puerta de su oficina.

—¿Tacos de ojo? — se preguntó a sí mismo

Clarissa y Sebastián lo seguían, hasta que llegaron al elevador que justamente habían usado las secretarias.
Entraron los 3 y esperaron hasta el tercer piso.

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Salimos del elevador y lo primero que vimos fue ver a varios hombres sin camiseta, sólo con pantalones negros, y zapatos. Medio de gala.

Selena se había emocionada y bueno, quién no? Eran puros manjares.

Ella y yo, a pesar de haber empezado con el pie izquierdo, ya después de llevar cierto tiempo trabajando, pude llevarme bien con ella.

Selena estaba por decir algo cuando escuchamos que alguien le hablaba, volteamos y era uno de los modelos. Al parecer se conocían.

—Aquí te espero — susurré

Ella asintió para después soltarme del brazo.

Me sentía nerviosa, nunca había visto tanto hombre guapo juntos.
Agradecía internamente a Selena por hacerme bajar.

—Hey, guapa — oí

Fruncí el ceño. No estaba segura de sí me hablaban a mi.

—Melina

Voltié

Era Alexander. Estaba sorprendida

—Espera...¿también eres modelo?

Él asintió para después quitarse la sudadera azul que tenía, quedando al descubierto su abdomen.

Di un grito ahogado.

—Wow, ¿son reales esos abdominales? — pregunté

Él empezó a reír

—Claro que sí, puedes tocarlos, si quieres

Estiré mi mano nerviosamente, hasta que llegue a tocar su perfecto abdomen.

—Wow, de verdad son...

—Melina, ¿usted no debe de estar trabajando? — oí

Voltié.

Mierda.

—...reales — terminé la frase