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Una semana después

—Entonces...lo que sea que hayamos tenido...¿terminó? — preguntó algo confusa mientras se quitaba de encima de Tom

Él antes había evitado tocar los labios de ella, obviamente desde aquella vez ya no quiso tener intimidad, y al parecer después de ciertas semanas al fin podía decirle.

—Supongo que sí — respondió Tom mientras se levantaba del sillón

Se dirigió a su pequeño bar y se sirvió una de vino escocés, después, se la tomó de un solo trago.

—¿Puedo saber por qué?

Clarissa no parecía una loca, hasta Tom estaba sorprendido, rezaba porque siguiera así.

—Nada en especial — murmuró para después servirse otro

—Te gusta alguien más...¿no? — comentó normal mientras se cruzaba de brazos

Tom sonrió de lado para después mirarla

—¿Qué dices Clarissa? — preguntó medio burlón

Claro que no iba a decirle nada, no tenía pensado, pero es que Clarissa tampoco era nada tonta, parecía, pero no lo era.

—No es que me importe mucho pero...vamos, una razón debe de haber

Tom la miró sin comprender

—Te encanta el sexo Tom, y que no quieras tenerlo...es raro — comentó convincente

—Tan sólo da vuelta la página, búscate alguien que de verdad te merezca — murmuró para después buscar en su bolsillo delantero su encendedor

Prendió su cigarro y fumó de él

—¿Desde cuándo tienes esos pensamientos tan...raros?

—Oye...no soy un mierda siempre — pausó — es simple, Clarissa — fumó de su cigarro — no me gustas como para algo más allá del sexo, por eso digo que te mereces algo mejor que yo y lo que te pueda ofrecer

—Awww, jamás me habías dicho algo tan lindo — comentó sarcástica — ya enserio, ¿quién te gusta?

—No hay nadie — comentó algo arto — tan sólo supéralo y ya

Respiró ondo

—Bien, me voy — comentó mientras se paraba del sillón, después tomó su saco y se lo puso

Tomó su teléfono de la mesita de en medio y lo miró

—Está todo bien...nada de resentimientos ni nada

—¿Quién dijo que lo había? — murmuró, fumó de su cigarro — no somos unos adolescentes

Clarissa río levemente para después caminar hasta la puerta, la abrió y salió, para ya no regresar.

Tom se sentía aliviado, Clarissa lo había tomado bien, él esperaba lo contrario.

Tomó el pequeño vaso de vidrio que aún tenía algo de vino para después sentarse en su sillón individual.
Depositó el cigarro en el senisero y prendió su teléfono

—En Francia deber ser de día — murmuró mientras veía los chats que tenía, buscando el de Melina

Se metió a el.
El último mensaje era de ella, avisando que llegaría un poco tarde porque alguien había chocado en un poste de luz. No quería que la regañara.

Él rió levemente.

Vió su foto de perfil, había cambiado.
Estaba ella junto con sus abuelitos, en el fondo se veía el jardín, lleno de flores y la pequeña piscina.

—¿Será prudente...enviarle un mensaje?

La Caótica Vida De Melina |Tom Hardy|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora