Capítulo 2 Jayson

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–Este año habéis ganado la Liga y la FA CUP, pero os habéis quedado a un paso de poder jugar la final de la Champions. ¿Cómo lo llevas? – me preguntó la periodista.

–El Chelsea es un equipo ganador, y nosotros jugamos siempre para ganar todo. Este año no hemos podido llegar a la final de la Champions, el año pasado la ganamos, y claro que es jodido, pero estamos contentos con lo que hemos conseguido, y con ganas de la próxima temporada darlo todo.

Mi respuesta era jodidamente correcta, con los años había aprendido a relajar mi forma de relacionarme con la prensa y tenía claro que cualquier comentario público sobre el equipo no solo repercutía en mí, también en todos mis compañeros. Si hablara solo por mí estaba claro que hubiera respondido, que era una puta mierda la eliminación en semifinales. Ni siquiera me apetecía hacer esta entrevista, pero el club me lo había pedido. La gente se interesaba en mi imagen y en saber que pensaba por lo que aunque odiaba dar entrevistas, sobre todo si alguna pregunta era más personal, me había terminado acostumbrando a hacerlas.

–Pero antes de empezar una nueva temporada toca descansar. Son unas merecidas vacaciones. Cuéntanos, Jayson, ¿qué planes tienes? ¿Irás a visitas a tu familia a Boston?

Y ahí estaba la maldita pregunta. Para nadie era un secreto quién era mi familia, ni la empresa que tenía, ni por supuesto que eran millonarios. Por eso siempre caía alguna cuestión o referencia hacia ellos. A la gente parecía interesarle demasiado cuál era mi relación familiar.

–No tengo nada planeado. Solo descansar. Ya veré a donde voy sobre la marcha – sonreí como si estuviera cómodo con aquello.

La periodista del club, Emily, a la que conocía bastante bien, hace un año nos habíamos enrollado en la celebración del equipo, aunque nunca había ido más allá que cuatro noches de puro sexo, enseguida pilló que aquella pregunta no me estaba haciendo ni puta gracia y dio por finalizada la entrevista con una agradable despedida recordando mis records de la temporada. Nos despedimos con una sonrisa, había una buena relación entre nosotros desde aquellos encuentros, y habíamos quedado como una especie de amigos. Salí de las instalaciones del equipo conduciendo mi Ferrari nuevo; era azul brillante en honor a los colores de mi equipo, y no tenía más que unos meses. Había sido un capricho sí, pero, joder, me sobraba el jodido dinero. Podía permitírmelo.

Mientras conducía hacia mi casa, era enorme, una jodida mansión que había comprado al año de vivir en Londres. Durante esos primeros meses había vivido en un ático increíble, pero necesitaba espacio para ejercitarme, una piscina, me gustaba el aire libre y eso las vistas desde un ático no me lo daban. Además, así me ahorraba el tener paparazis persiguiendo cada uno de mis pasos, esa tranquilidad solo me la podía dar una urbanización privada. A veces pensaba que era jodidamente grande para mí, y me martirizaba con la puta idea de cómo podían haber sido las cosas. Joder, la puta pregunta sobre mis jodidas vacaciones y pensar en volver a Boston me revolvía de cojones. Porque aunque tenía éxito en mi vida personal y profesional una parte de mí se castigaba constantemente. Cuando gano un título o un premio suelen preguntarme a quién se lo dedico, y a mi mente como un puto fantasma siempre acude la misma imagen: dos ojos azules y una sonrisa. Gilipollas eso era lo que era. Jamie no se merecía nada de mí, ni siquiera que la recordara.

Simplemente aquel pensamiento me ponía de mal humor, y aumenté la velocidad de mi coche, la carretera estaba prácticamente desierta. Recordé sin poder evitarlo como aquel mensaje al subirme al avión me había dado esperanza, pero cuando aterricé y quise llamarla fue imposible. Era como si la jodida tierra se la hubiera tragado, le pregunté a mi madre, a George, a mi prima, nadie sabía nada de Jamie. A los días me enteré por Colin que se lo había contado Kat, que se había ido a Pittsfield, mi prima se mensajeó con ella durante unos días, pero de pronto dejó de responder. No había forma de comunicarse con Jamie, había desparecido. Había borrado todas sus redes sociales, su número de móvil había dejado de existir y su familia no quería decir nada sobre ella. Yo en ese momento ya me había cansado de arrastrarme como un jodido gusano, pero sé que sus amigas, entre las que estaba mi prima, y su padre no lo pasaron bien. Nunca más pregunté por ella, y aunque sabía que estaba bien, al menos en líneas generales, a George se le había escapado delante de mí cuando él y mi madre venían a visitarme, no tenía ni puta idea de que era de su vida. Ni me importaba una jodida mierda.

Quiero Amarte#3 Trilogía EDLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora