No sabía cuánto tiempo llevaba en los brazos de Jay, pero solo sus caricias y susurros tranquilizadores estaban consiguiendo calmarme. Sentía que me costaba respirar, me faltaba el aire, y, aunque era una sensación que me acompañaba con frecuencia desde los últimos años, nunca me había costado tanto controlarme. Supongo que la última vez que me había superado del todo fue cuando me enteré del embarazo y vi a Jayson besando a Meghan en el aeropuerto. Si mi hermana hubiera tardado tan solo unos minutos más en aparecer en aquel baño no sé qué hubiera pasado.
No me gustaba que mi padre, Bethany o incluso Jayson, que me había visto de muchas formas, algunas que para nada me hacían sentir orgullosa, me vieran en este estado, pero no había podido controlarme. La tensión de contarle cuatro años después toda la verdad a mi padre, la aparición de Jay, no sabía que iba a venir justo hoy a hablar con su madre, la reacción de Bethany y sus palabras haciendo referencia a lo que ella y George, sí, en mi mente todavía me permitía llamarle por su nombre, habían pasado me había roto. Porque la idea de abortar no permaneció muchos días en mi cabeza, en cuanto escuché latir el corazón de Hope por primera vez desapareció por completo, pero la posibilidad de hacerlo existió. Y pensar a día de hoy en no tener a mi hija era un dolor difícil de explicar, solo comparable a que me arrancaran el corazón en vida.
– ¿Te sientes mejor? – me preguntó Jayson separándose un poco de mí para mirarme. Mi llanto había ido disminuyendo hasta ser solo un pequeño hipo.
–Sí... gracias – susurré – No sé qué me ha pasado – dije retirándome los restos de lágrimas de mis mejillas. En realidad sí lo sabía, y Jay parecía estar sospechándolo.
Jayson se me quedó mirando, parecía querer decir algo, pero rápidamente negó con la cabeza antes de cerrar los ojos y acariciar mi rostro con delicadeza y... ¿amor? Le miré sorprendida por aquel gesto tan tierno e íntimo, estábamos solos en el en medio del pasillo, y de pronto quise preguntarle qué pasaba entre nosotros. Pero mi padre apareció salvándome de meter la pata y mostrar lo que sentía.
–Jamie, ¿estás bien? – cuestionó acercándose a la vez que Jayson y yo nos separábamos.
–Sí, mejor – suspiré llenando mis pulmones del aire que me faltaba.
–Tu madre quiere hablar contigo, Jay. Y yo quiero hacerlo contigo, Jamie. Si te parece te acompaño a casa y aprovechamos para hablar por el camino.
–Claro – acepté intentando formar una sonrisa en mi cara que mi padre correspondió de la misma forma. Ninguna era realmente sincera.
Volví a la sala para despedirme de Bethany, me dio un abrazo que correspondí totalmente sincera, creo que por primera vez desde que la conocía, y salí de aquella casa acompañada de mi padre. Jay y yo no nos atrevimos a decirnos más que un simple "adiós", aunque podría jurar que nuestras miradas decían mucho más que aquella vaga palabra.
Durante los primeros minutos caminamos en silencio uno al lado del otro. Nada más salir había visto que su coche estaba aparcado en la puerta, pero agradecí que sin comentarlo en voz alta entendiera que subirme en él era lo que menos necesitaba ahora mismo. George ya no parecía tan enfadado, la ira del momento había desparecido de su mirada, pero se mostraba muy perdido. Tanto que al preguntarle en que estaba pensando me pidió que le contara de nuevo todo lo que había pasado en estos cuatro años. Quería conocer cada detalle que había vivido y sentido desde el mismo momento que me había despertado del coma.
–No quiero que culpes o que te enfades con Allison y Max por guardarme el secreto – añadí después de compartir con él otra vez mi historia – Tampoco con mamá.
–El problema es que no tenía que haber sido un secreto. Tener un nieta no es algo para ocultar – me miró a los ojos. Azul contra azul, aunque distinto tono.
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Quiero Amarte#3 Trilogía EDL
Novela JuvenilCuatro años, cuarenta y ocho meses, más de doscientas ocho semanas, mil cuatrocientos sesenta días y más de treinta y cinco mil horas. Ese es el tiempo que Jamie y Jayson llevan sin verse. Cada uno ha seguido su vida intentando no saber nada de la d...