Experimento. "La No cita".

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Tanta es su dedicación a este "experimento" que incluso toma notas de cada nueva idea para llevar a cabo esta gran odisea. Un cuestionario el cual llenar, que puntos tener en cuenta, los muchos escenarios malos y buenos que pueden surgir por sus sentimientos por el genio, y ahora sí ya tenía la gran idea para llevar a cabo este gran trabajo.

- ya ni en mis clases de química le eche tantas ganas - dijo exhalando con orgullo ante todas sus hojas.

Pero aún queda un detalle. No puede hacer esto solo.

Ahora lo que conflictúa al cantante es la siguiente pregunta.

"¿Cómo chingados le voy a contar a Marco".

Lleva pensando esto en gran silencio, sentado erguido en el lujoso sofá. Cuando la puerta es abierta por el coqueto mexicano, una mueca de inmediato nació en su rostro al ver el rostro de su amigo. Su mirada agachada, cara decaída, con labios torcidos en tristeza, cejas hasta el piso y la seriedad de cada movimiento del muchacho alegre hizo a de la Cruz acomodarse a su lado, con cuidado como si se acercará a un perro herido que no confía fácilmente en el primer desconocido.

- ¿Y esa cara, Migue? - pregunto comprensivo y poniendo una mano en la espalda de su mejor amigo.

Rivera suspiro, llevó sus manos a la cara, cubriendo la por completo y así estuvo por largos segundos de silencio.

- necesito ayuda con mi experimento - dijo Miguel aún con las manos en su cara. Contesto rápido para no arrepentirse al final.

- ¿Qué? - escupió el otro mexicano con confusión.

- Hiro, me está empezando a gustar, Marco - finalmente soltó la bomba, todo desde un susurro.

El mexicano coqueto se recargo en el sofá, resoplo y alzó sus brazos.

- ¡Gracias allá arriba! ¡POR FIN LO ADMITE! - grito, levantando su rostro que ahora apunta hacia el techo.

La canela del mexicano sonriente se pintó de rojo y soltó un puchero.

- no me vengas con esa cara, ES TAN OBVIO QUE ES INCREÍBLE QUE AMBOS SEAN TAN CABEZAS HUECAS.

Ahora el rostro de Miguel se pintó de terror.

- ¿Crees que Hiro haya notado mis sentimientos por él? - preguntó alarmado.

De la Cruz le regaló una mueca seria con una ceja arqueada muy pronunciada. Rodó los ojos hasta que se pusieron por completo blancos y suspiró desde lo más profundo del diafragma.

- no, Miguel. Tampoco es para tanto - dijo divertido y conteniendo de soltarse a reír a carcajadas.

"Me caí que estos dos son unos murciélagos", pensó fastidiado el mexicano.

- entonces, ¿No? - la duda no abandonó tan rápido al cantante.

- no, Miguel. No me tomes tan en serio - dijo y se aclaró la garganta - entonces, ¿Quieres hacer un experimento? ¿Para qué exactamente?

- bueno - Miguel se acomodó de nuevo en el sofá y de su espalda sacó sus hojas repletas de notas - este es el experimento: "La No cita" - y entonces le dio el folder a su mejor amigo.

De la Cruz quedó boca abierta. Eran muchas páginas que ahora estaban repletas de miles de notas.

- ¿Tú escribiste todo esto? - primero pregunto confundido, entonces cambió su mueca a una ceja pronunciada y labios torcidos desconfiados - ¿Estás comiendo, y durmiendo a tus horas, verdad?

- pues, masomenos - dijo y regaló su mejor sonrisa.

- si comes pero más tarde de lo que deberías y no duermes bien por andar pensando en el Chino. Está bien.

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