Sentimientos

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Martes, seis de noviembre.

Iba a ser un día importante.

Ele se levantó a las siete en punto como cada mañana y dejó como siempre el despertador al lado de Erin porque con la primera vez no le bastaba para despertar del todo.

Salió del cuarto, se encerró en el baño, se peinó y se lavó la cara.

Se miró luego al espejo y, curiosamente, ese día no se veía horrible.

Algo iba bien dentro de ella, y no quería romperlo con facilidad esa vez.

Salió del baño ocho minutos exactos después y volvió a su habitación, Erin ya no estaba, debía estar desayunando.

Encendió su teléfono y, mientras esperaba a que se conectase a internet, fue a elegir su ropa.

Unos pantalones tejanos y un jersey que era realmente de Carla, uno de lana de tres colores, rosa oscuro, azul morado y verde militar.

Lo dejó todo sobre su cama y miró los mensajes que le habían llegado.

SPENCER: Buenos días, Ele. Hace ya dos días que no hablamos y me preguntaba cómo te estará yendo todo. La última vez que nos vimos te noté algo preocupada, pero no me atreví a preguntar.

Ele sonrió para sí y respondió.

ELE: Todo va bien dentro de lo que cabe, supongo que hay cosas de las que simplemente no puedo hablarte. Pero esas no son de gran importancia.

Y por esas cosas se refería su anónimo.

Esas cartas que escribía eran algo que sólo ella debía conocer. Ella y su anónimo.

Un gran secreto entre ambos que se mantendría hasta el final, hasta que fuese el día de conocerle.

Sólo su nuevo psicólogo sabía que las escribía, pero no le había contado ni el motivo ni quién era el que las recibía o por qué.

Había seguido viendo a Drew cada lunes, y era el mejor psicólogo que había tenido hasta ese entonces.

Poco a poco había dejado de hacerle tantas preguntas concretas y ahora empezaba a hacerla hablar sola, para que Ele soltase lo que realmente quería soltar.

SPENCER: Me alegro de que no sea nada. Sabes que puedes confiar en mí para cualquier cosa. No pienso irme de tu lado.

ELE: Te quiero.

SPENCER: Y yo.

Ele bloqueó el teléfono y bajó a desayunar.

Un vaso de leche con cacao y un zumo de naranja recién exprimido.

-¿Qué tal está yendo todo? -preguntó Carla fregando los platos de la noche anterior.

-Bien -respondió Ele.

-Y, ¿has visto ya a Ashton?

-¿Quién es ese? -preguntó Erin al escuchar un nombre de tío que no conocía.

-Es un primo mío que va a vuestro instituto.

-Sí, sí lo he visto -contestó Ele con una media sonrisa, ignorando la conversación de las otras dos.

Luego volvió a subir a su habitación seguida de Erin y se vistió.

-¿No es muy bonito ese jersey para ti? -preguntó Erin poniéndose sus pitillos grises.

-Es que no es mío.

-Ah.

Ele se miró en el espejo de cuerpo entero de dentro la puerta del armario y no pudo reprimir una sonrisa y un pensamiento idiota.

Cartas a un anónimoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora