XV

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Querido anónimo,

espero que las cosas vayan muy bien en tus vacaciones, porque las mías se fueron a pique en un abrir y cerrar de ojos.

Puesto que no consigo verte de ningún modo, espero que comprendas que en esta carta vuelva a hablarte más de mí que de lo mucho que me ayudas y te quiero.

Volví a irme de vacaciones, y el primer día fue uno de los mejores días de este año, pero, al segundo me lo encontré, a Derek.

Fue el peor reencuentro de mi vida.

Estaba con otra.

Estaba con otra y me restregó que me había olvidado a la mínima oportunidad que tuvo.

Y yo no pude hacer lo mismo.

Cuando Spencer y yo aprovechamos que ya no nos miraba y nos largamos, al volver a la habitación me hundí por completo y creo que le hice hundirse incluso a él.

Y me arrepiento muchísimo de haberle hecho pasar por eso.

Después de aquello apenas hablamos más y, al menos yo, no volví a salir de la habitación salvo el día en que marchamos.

Spencer salía de vez en cuando, para traer comida y para ir a nadar veinte minutos o incluso menos a la playa, aparte de eso estuvo conmigo todo el tiempo, respetando los momentos en los que no quería hablar y los momentos en los que necesitaba que me abrazase y no se separase de mí.

Soy consciente de que mi comportamiento esa semana fue horrible, pero no estaba de humor ni para preocuparme por haberle hecho daño con mi comentario sobre nuestras últimas vacaciones, aunque realmente no comprendo ni yo qué quise decir con ello.

Estaba tan hundida en mis pensamientos que me terminé el bote de las pastillas de Drew en los tres días siguientes, por lo que los demás se hicieron aún peor.

Al volver a casa, lo primero que hice tras deshacer la maleta fue mirar si Derek me había desbloqueado.

Así era.

Pero, ahora que tenía la oportunidad de poder hablarle, no quería.

Le bloqueé yo y le envié un mensaje a Spencer disculpándome por joderle las vacaciones, esa vez obviando el adjetivo de últimas.

Su respuesta fue un te quiero seguido de un no pasa nada en un mensaje aparte.

Como si el te quiero marcase lo mucho que le había dolido el últimas de la otra vez.

Dos días más tarde volvimos a quedar y de algún modo consiguió disipar el dolor que llevaba más de una semana sobre mi pecho.

Me hace terriblemente feliz cuando veo que aún consigue ese efecto en mí.

Porque en realidad tengo miedo que un día deje de ser así.

Que un día ni su compañía me mejore.

Entonces, ¿lo dejaríamos?

¿Qué sería de mí sin él?

Soy incapaz ni de imaginarlo.

Poco a poco he vuelto a ponerme algo mejor gracias a él, pero aún a veces me atormenta la imagen de Derek besándola mientras sus ojos estaban clavados en mí.

Aún a veces no comprendo por qué no quiso darme mi beso de despedida si no iba a querer volver a saber nada de mí.

Me pregunto si Spencer tenía razón y la gente puede cambiar tanto sus sentimientos -y su forma de ser, y sus gustos, y cualquier cosa- en tres meses.

Siendo sincera, te escribí una carta antes de ésta, la que iba a ser realmente la número quince, pero mientras la escribía, Spencer me dijo de quedar y fue el día en el que me di cuenta de que aún es de muchísima ayuda para mí.

Así que al volver a casa tiré esa carta a la basura y ahora, cinco días después, te escribo otra nueva en substitución.

Creo que es mucho mejor que lo haya hecho así, porque reconozco que en la otra te escribía cosas y pensamientos tan tristes y oscuros que me alegro de que no llegues a descubrir aún esa parte de mí.

Me alegro de dejarte ver por ahora sólo mi mejor parte, la parte en la que entre tú y Spencer me ayudáis a salir de esto como nadie más podría hacer.

De nuevo, deseo de todo corazón que tus vacaciones estén yendo de maravilla y que podamos volver a vernos a pesar de que hayas terminado ya el bachiller y yo me haya cambiado de instituto, aunque dudo muchísimo que ello sea posible.

Gracias por estar ahí.


Cartas a un anónimoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora