Nota del autor

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Agradezco mucho a todos los que han leído mi novela hasta el final.

Para mí, ésta es una historia muy importante, una pequeña parte de mí, una gran parte de todo lo que me ha marcado.

Tengo la necesidad de dedicársela a varias personas, varias personas muy importantes en mi vida, sin las cuales nunca habría llegado a escribir esto.

En primer lugar, a una de las personas a las que más he querido, a quien inspiró a Derek. Por esos dos trimestres, por esa despedida que no tuvo que ser así, que aún a veces deseo que hubiese terminado como en la novela. Por darme una fecha para empezar esto, mi quince de marzo. Pero, sobretodo, por ser él.

Ojalá las cosas te vayan bien por allí.

En segundo lugar, se la dedico a quien alguna vez fue Spencer, por estar a mi lado tantos años, por ser de algún modo mi primer amor, aunque sea algo que queda ya muy, muy atrás.

Después, a mi Gwen, mi mejor amiga, la persona a la que más quiero en este mundo y a quien no quiero perder nunca.

Y, junto con ella, a Ibai, Peter, Evan y Will, por ser cuatro idiotas con los que pasé el mejor curso de mi vida, por ser cuatro amigos que deseo que se queden conmigo para siempre y a pesar de todo.

Debo hacer una pequeña mención especial a Ibai, porque él quizás no tiene ni idea de lo importante que fue para mí lo que nos pasó. Lo mucho que me cambió. Y lamento que terminase como terminó, lamento haber sido así.

Y otra pequeña mención a John, porque es, de todos los idiotas del mundo, el más idiota. Pero aprecio algo increíble su amistad, lo mucho que me quiere.

Se lo dedico también a mi Jessica, por un montón de cosas que ni ella sabe que me ha dado, por tener esa sonrisa que tantas chicas envidiarían.

A mi querida prima Ali, porque la quiero, porque lamento todo lo que pasó entre nosotras en ciertas épocas de nuestra vida, porque debe saber que siempre estaré ahí para ella.

Y a mi hermana Erin, por trece años de cojones a su lado, por todas nuestras peleas y todas las noches hablando y contándonos los problemas. Porque es, de todas las rubias, la más rubia de todas, y sabe que siempre voy a quererla por muy de quicio que me saque.

A mi Jaden, por demostrarme que tengo más a dar de lo que en un principio ven, por enseñarme que una sonrisa y un buenos días de la nada pueden alegrar hasta a la persona más triste.

A Aitor, por lo mucho que me río con él, por su amistad, porque es como es y porque de no haber sido por eso mi año hubiese sido un poco menos genial de lo que ha sido.

A mi chico del autobús, a Iván. Gracias por cosas tan simples y bonitas. Gracias por esa Nochevieja que dio paso a uno de los años más importantes de toda mi vida.

Supongo que también gracias al narrador, gracias a esa parte de mí, a mi ángel de la guarda, que me dijo que Ele era alguien a quien querer, que no debía echarla a perder, porque Ele soy yo y soy lo único que tengo y siempre voy a tener, por mucho que a veces reniegue de ello.

Y por último, a mi anónimo, mi querido anónimo.

El chico que entró y salió de mi vida el mismo día, con dos años de diferencia, día que hoy cumple años, mi seis de noviembre.

Por todo lo feliz que me hizo sin hablar conmigo ni una sola vez.

A ellos, y a toda la gente que ha sido parte de mi vida, a todos los que en este libro han significado algo.

A todos los que me marcaron, a todos los que no quiero perder ya nunca, y a los que he perdido y lamento haberlo hecho.

Gracias, por haber estado ahí, por haberme querido, más y menos.

De verdad, gracias.


Cartas a un anónimoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora