Relación

162 12 1
                                    

A principios de abril, los doctores que la habían tenido encerrada en la planta de psiquiatría del hospital para hacerle un seguimiento y comprobar que no fuese un peligro para ella misma decidieron que podía volver a casa, pero le recomendaron que se abstuviese de forzarse con los estudios al menos por el momento y que se alejase de cualquier cosa que le provocase estrés o pensamientos que pudiesen volver a llevarla a cometer una estupidez.

Avisaron también al centro de su estado y les aconsejaron no demostrar un trato especial hacia ella porque los demás estudiantes podían malentenderlo y volver a marginarla, pero que le echasen un ojo y advirtiesen a su familia frente a cualquier comportamiento apático o anormal.

En esas semanas Ele había estado generalmente bien en el hospital.

No la habían dejado recibir visitas de nadie salvo sus padres, pero la esperanza de esa nueva vida, sumada a los rumores que le habían llegado de las enfermeras de que dos chicos de su edad habían estado yendo cada día al hospital a pesar de no poder verla, la habían hecho querer seguir.

Era algo sorprendente a la par que extrañamente lógico que después de volver de las puertas de la muerte tuviese más ganas de vivir que nunca.

La mañana de sábado en la que la dejaron salir, pero, sólo Spencer estaba allí esperándola.

-Ele, joder -la abrazó más fuerte de lo que nunca antes había hecho y sollozó un poco sobre su hombro antes de volverse a separar para mirarla con ojos serios-. Te equivocas, te equivocaste enormemente, ¿qué mierda importará Claudia? Te sigo queriendo a ti por encima de cualquier otra persona en este mundo, no podría soportar que marchases de mi lado. Nunca. Nunca.

¿Por qué serás capaz de entrar en mi mente de esta forma siempre?

-¿Ha pasado nada con Claudia? -al igual que él la conocía perfectamente y sabía lo que pensaba en todo momento, ella hacía lo mismo.

-Absolutamente nada -sonrió Spencer con la más fingida sonrisa de todas.

-Ya me lo contarás cuando estés preparado -Ele le dio un beso en la mejilla ignorando por completo la presencia de Carla y Mike y salieron hacia el coche, donde les esperaba el tío Spencer.

-¿Cómo estás, Ele? -preguntó él con una sonrisa mientras Mike se sentaba a su lado y Carla detrás con los chicos.

-Estoy genial, la gente del hospital me ha estado cuidando mucho -le devolvió la sonrisa.

-Pero te han quitado las pastillas para dormir por culpa de hacer esa estupidez, y yo no me haré cargo si vuelves a no poder dormir y te enfermas -musitó Mike mirándola por el retrovisor.

-¡Mike! -saltó Carla preocupada.

Había estado así desde que la ingresaron, pero Ele sabía que cuando volviesen a casa se le pasaría.

-Tranquila, mamá -la calmó ya que no tenía ganas de discutir en un día tan bueno como ese-. Ya no las necesito para poder dormir, no te preocupes Mike -le sonrió.

Él le apartó la mirada y el tío Spencer arrancó en silencio.

Al fin y al cabo, sólo le habían quitado las pastillas para dormir, pero nadie más sabía de las que le recetaba el psicólogo, ni siquiera Spencer.

No había podido tomarlas durante esas dos semanas, pero en la mesilla de noche de su cuarto aún la esperaba un bote casi entero.

-Oye, ¿has estado viniendo todos los días al hospital? -le preguntó Ele de pronto a Spencer sin que Carla la escuchase.

Cartas a un anónimoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora