XXI

63 6 1
                                    

Querido anónimo,

como te prometí, te escribo esta carta, mi última carta, para contarte lo que confirma que mi situación va a seguir siendo así de buena por mucho, mucho tiempo. Ojalá años. Ojalá el resto de mis días.

Derek y yo vamos a casarnos.

Pero, tú ya lo sabes.

Y ahora, sabes también quién soy.

Vaya, jamás me habría imaginado que las cosas llegarían tan lejos.

Entre tú y yo, entre Derek y yo, en mi vida en general.

Sinceramente, siempre creí que nos conoceríamos en persona antes de que descubrieses mi identidad, pero supongo que era imposible escribirte una última carta sin decirte quién soy para ti, quién eres para mí y por qué he tomado las decisiones que he tomado en esta última semana.

Pero vayamos por partes.

Lo primero, espero al menos haberte resultado igual a las ideas que tenías de mí en base a las veinte cartas anteriores, número que ahora me parece pequeño teniendo en cuenta que hace más de un año que te escribo, que me lees.

Espero también que esa noche -la de la cena- resultase para ti tan buena como para mí fue.

Después de tenerte fumando a tan pocos metros mientras Derek y yo tomábamos el aire riéndonos de las reacciones de mi familia, después de haberlo pensado detenidamente en esta semana, después de todo lo ocurrido, he tomado la primera de las decisiones que quiero que tengas en cuenta.

Y es que preferiría que no hiciésemos nada, tú y yo, digo.

Ahora que sabes quién soy, te agradecería que te siguieses comportando como siempre, como si yo no fuese la de las cartas, como si sólo fuese para ti Ele.

Supongo que sabes que lo hago por Derek, porque ha sido precioso escribirte y que me leyeses, pero Derek es con quien voy a casarme, tú formas parte de un pedazo de mi vida que no tiene nada que ver con él y mi boda, y quiero que siga siendo así.

Espero que lo comprendas.

Que comprendas que si lo separo, es porque sé que junto sería incompatible.

Que lo mucho que te quiero pondría obstáculos a lo mucho que quiero a Derek, y no podría soportar eso.

Hice ya daño a mucha gente por querer demasiado, no quiero que me pase lo mismo con él, no con él.

Por eso te pido, que guardes esto que hemos tenido para ti, en tu memoria, y las cartas en el cajón, en ese cajón donde no mira nunca nadie y que abres sólo cuando echas de menos pedazos de tu pasado.

Quiero ser uno de esos pedazos.

Porque tú lo serás para mí.

La otra decisión que he tomado, ha sido esta misma, la de que sea esta mi última carta.

Ya lo dije en la anterior, que planeaba progresivamente ir dejando de enviarte correspondencia, pero me temo que lo que pasó hace cuatro días, sumado a la noche de la cena, me dio la seguridad de cumplirlo.

Me he enterado de que tienes novia.

No sabes lo feliz que me hizo oír eso, y lo que me dolió, al mismo tiempo.

Me dolió más por quién es ella -siento si este comentario te ofende- que por que encontrases a alguien que te hiciese feliz ante la imposibilidad de que ese alguien fuese yo.

No sé cuánto tiempo llevabais tonteando, pero supongo que el hecho de que hayáis empezado a salir tres días después de mi compromiso no es pura coincidencia.

Quiero que sepas que te doy todo mi apoyo en tu relación, al igual que sé que tú me das el tuyo en la mía, y es por eso que es ésta mi última carta.

A partir de ahora, tú sólo eres tú y yo sólo soy yo, guardando, como ya dije, nuestros antiguos papeles como remitente y destinatario en nuestra memoria y en el fondo de ese cajón que es nuestro y sólo nuestro.

Pero, déjame decirte por última vez que te quiero, que te quiero con todo mi corazón.

Y es que, aunque perdí la virginidad con mi primo y pasé todo el verano de mis quince a su lado, aunque lo dejamos por culpa de que le engañé con su mejor amigo cuando las cosas fueron un poco mal, aunque descubrí qué se siente al besar los labios de otra tía, al estar enamorada de ella hasta el punto de aceptar lo que un día me hizo dejarlo con Derek, aunque la engañase también a ella con un tío al que al principio ni siquiera quería querer pero terminé queriendo de todos modos porque sentía que debía hacerlo, aunque ahora haya descubierto qué es perdonar realmente a alguien y vaya a casarme con él, te juro, le juro al cielo, que jamás amaré a ninguno de ellos del modo en que te amé. Ni les amaré como te amo incluso ahora, incluso después de verte convertido en quien sinceramente nunca imaginé que te convertirías.

Que siempre estaré enamorada de esa sudadera naranja y esa melodía sonando al tiempo que te abrazabas con un viejo amigo. De esos días en los que no tenía a nadie y sólo el poder verte y escribirte me mantenían con ganas de seguir.

Te quiero, Ashton, aunque seas el primo de mi madre. No lo olvides nunca, y hasta siempre, querido anónimo.


Cartas a un anónimoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora