Plástica

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Martes, diecinueve.

Ele se despertó y repitió el proceso de cada mañana.

Dejarle el despertador a Erin, ir al baño, elegir la ropa, desayunar, vestirse y bajar a esperar a Erin con la música puesta.

I'm not the One - Sum41.

-Ya estoy -dijo Erin pasando a su lado.

-Vaya, hoy has terminado pronto -rió Ele.

Y, extrañamente, Erin contestó con una sonrisa.

Una sonrisa de verdad.

Salieron con tiempo de casa y esperaron sentadas en la parada del bus.

-¿Puedo saber qué te hace tan feliz? -preguntó Ele con interés.

-Nada -rió.

-¿No será por el día?

-No, no es porque sea día diecinueve -saltó nerviosa.

-Oh, yo me refería a martes, pero bueno, entonces, sí que es por el número diecinueve -sonrió.

-Cállate -se sonrojó Erin.

Lost - Avenged Sevenfold.

Cinco minutos después llegaba el autobús.

Entraron, aunque esta vez Erin la primera, y se sentó en el único asiento vacío del primer grupo de filas, sin mirar siquiera a quién tenía al lado.

Ele avanzó como siempre hasta el final.

Pero, esa vez, no quiso sentarse en el sitio se siempre.

Más que no querer, no pudo.

Su asiento estaba ocupado por la revisora del autobús, la cual habían puesto hacía apenas una semana, y el de al lado parecía de difícil acceso en esa situación.

Así que tenía que elegir.

O al lado de la chica de cabello oscuro o con el chico solitario de los auriculares.

Se decidió por la primera.

Por razones obvias y lógicas siendo ella.

-¿Puedo? -preguntó Ele con un hilo de voz.

La chica de cabello negro levantó la cabeza y apartó su mochila del asiento.

Ele le sonrió, pero ella no devolvió la sonrisa y dirigió su mirada hacia la ventana.

El autobús arrancó y Ele miró también para otro lado.

How to save a life - The Fray.

Cuando llegaron al instituto, ambas bajaron.

La chica iba a primero de bachiller, pero seguramente repetidora.

Llevaba unos pantalones anchos, rotos en la rodilla derecha y el muslo izquierdo, y una chaqueta negra de imitación de cuero.

Hicieron el camino hacia el instituto bastante juntas la una de la otra sin pretenderlo hasta que ella se paró al lado de uno de los primeros grupos de gente fumando.

Ele siguió sin mirar atrás y echó un vistazo general.

La cantidad de grupos y sus integrantes había aumentado desde la primera vez.

Desconectó los auriculares y entró.

La pareja de siempre estaba sentada en el sitio de siempre.

Cartas a un anónimoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora