Maratón 2/2 (amigaaaa, hay otro capítulo nuevo antes de este)
30 | Recubierta de hielo
Maia
Alzo la mirada hacia el calendario.
Diez días. Han pasado diez días.
—Tienen buen gusto musical, pero me temo que espantaremos a todos los clientes como sigamos así.
Doy un respingo y me giro para encontrarme con Clark, mi jefe, que me observa con el codo apoyado sobre el mostrador. Al principio el corazón se me dispara; sin embargo, me relajo al ver la sonrisa afable que tiene en la cara. Aun así, me aclaro la garganta y me apresuro a cambiar la playlist en el portátil.
—Perdona —me disculpo, seleccionando otra más animada—. No era la lista de reproducción que había preparado para la tienda. Estoy un poco distraída.
De inmediato me arrepiento por haber hablado de más; no creo que admitir que estás en otro mundo delante de tu jefe te haga sumar puntos, pero Clark no parece descontento, sino que se limita a enarcar las cejas. Como ya es habitual, tiene un cigarrillo encendido entre los dedos.
—¿Y eso? —se interesa, recostando la cadera contra el mostrador. Se lleva el cigarro a los labios—. ¿Va todo bien?
Me encojo de hombros. No quiero mentirle, pero tampoco me parecería adecuado contarle mis problemas. Una vez que la nueva playlist se hace oír por los altavoces, me alejo del ordenador.
Clark todavía me mira con curiosidad.
—¿Es por tu amigo? No viene mucho últimamente. —Me vuelvo a mirarlo y sube un hombro—. Soy observador —se justifica.
Liam. Mierda, claro que se acuerda de Liam. Aunque solo se hayan visto un par de veces, no es alguien que se olvide fácilmente. Y yo estoy viviéndolo en primera persona. Han pasado diez días desde que discutimos, no he vuelto a saber nada de él y su nombre sigue dando vueltas en mi cabeza. Constantemente. He llegado a la conclusión de que me voy a pasar mucho tiempo echándolo de menos.
He perdido la cuenta de las veces que he estado a punto de mandarlo todo a paseo y llamarlo.
—Es complicado —respondo sin dar más detalles. Me agacho junto al mostrador para coger un trapo con el que limpiar el polvo.
Clark asiente, pensativo.
—¿A eso vienen las canciones sobre los corazones rotos?
Me muerdo el labio, un tanto avergonzada.
—¿De verdad soy tan evidente?
—Y persistente. He visto a un par de clientes llorando.
—Lo siento mucho, Clark.
Niega para restarle importancia. Su sonrisa ha regresado.
—No pasa nada. —Da otra calada a su cigarrillo—. Es parte del camino, ¿sabes? Que te rompan el corazón.
—Eso no significa que no duela.
No quiero seguir hablando de esto. Y no me gusta ese tono paternal porque, aunque sus intenciones sean buenas, me recuerda demasiado a papá. No necesito más razones para deprimirme. Sigo limpiando el mostrador. Transcurridos unos segundos, suspira.
—¿Es verdad que tienes dos trabajos? —inquiere. Ignoro cómo lo ha descubierto, pero asiento con la cabeza—. ¿Y no es agotador? Ir corriendo de un sitio a otro, tener que cambiar de uniforme...
—Necesito los dos para ahorrar para la universidad —contesto, e intento que no se dé cuenta de lo tensa que estoy.
Una vez que he terminado, doblo el trapo en dos y cojo el producto de limpieza. Voy a rodearlo para salir del mostrador y empezar con la limpieza de las estanterías cuando, tomándome por sorpresa, dice:
![](https://img.wattpad.com/cover/250708673-288-k490869.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Hasta que nos quedemos sin estrellas | EN LIBRERÍAS
Romance«No tengo ni idea de lo que es el amor. Creo que nunca antes lo había sentido. Lo único que tengo claro es que, cada vez que pienso en eso, eres tú quien se me viene a la cabeza». Liam ha perdido su pasión por las redes sociales. Está metido en una...