honey || KookMin

03. Pensando en la niña de miel

— ¡No importa a donde sea! ¡CORRE Y QUE LA POLICÍA NO TE PILLE!

Jeonggoo se va a toda prisa, sin ver a dónde se van los demás de la pandilla. Tan solo huye. Ignora el dolor que siente, la vista se le oscurece por momentos y cuesta mantener la marcha. Cruza calles, callejones, choca personas ¡De todo! Logra llegar a una ruta de gente con mayor poder económico y solo ahí deja de escuchar la sirena de la policía. Se da por ganadora en ese aspecto. Jadea y se deja caer suave en la esquina.

Está muy cansada y la adrenalina mermando la impiden soportar el dolor para levantarse pronto e ir al punto de reunión. Se queda ahí tirada por casi dos horas, se duerme de tanto en tanto, todo el cuerpo le punza. Gente pasa sin querer prestarle atención. Saben que está ahí, saben que está mal y desconocen por qué.

Aún con ello, nadie la ayuda. Pasan de largo en todo el tiempo que Jeonggoo está ahí tirada. Hasta que alguien más pasa, pero regresa para ofrecerle la mano.

~ * * * ~

—Nah, que fastidio. Seguro es una frígida de mierda. No sé qué tanto insis- Jeonggoo- m-me dolió-

—No la provoques mucho Mingyu, te manda a la otra vida de un puño—Burla un adolescente encendiendo un cigarro—. Además, es problema suyo meterse o con una mojigata.

Jeonggoo se aparta con fastidio, se ajusta la cola de caballo alta que lleva y sube las escaleras algo destartaladas del espacio que ocupan. Se trata de una pista de skate abandonada. Hubo un temblor, el pavimento se abrió y al final lo dejaron así. No es raro tacharlo de lugar común para pandilleros, drogadictos, delincuentes, etc. Jeonggoo llega hasta el vestidor y pasa sin tocar, echándose en la cama improvisada e indiferente a lo que estaba a nada de pasar ahí.

— ¿Es que no puedo ni coger en paz?

—Nop. Es tu culpa por crearme dependencia emocional. —Responde Jeonggoo. La risilla femenina la hace girar la cabeza.

Una mujer alta y de piel melocotón se sienta en la cama. Acomoda su sujetador y se hace el cabello atrás con la mano. Tiene el costado derecho rapado y la cabellera pintada de púrpura. Jeonggoo hace un marcado puchero antes de recibir una pequeña cachetada que la obliga a sentarse.

—Deja de verle las tetas a mi novia. Si eso querías, vete a buscar a Ryujin. Seguro estará encantada de dejar que le hagas lo que quieras.

—Jin, relájate.

— ¡No me relajo! ¡Me dejas a medias por culpa de esta niñaquenorecuerdoenquemomentoadoptamossiquierayquierodevolverlaparaquemedejehacermiscosas!

Jin se empieza a reír al mismo tiempo que las dos en la habitación. Jeonggoo arruga la nariz y se balancea en sí misma. Sabe que no habla en serio. Sí lo fastidia un poco que los interrumpa, pero no es desprecio real. Jeonggoo observa por unos instantes a la tercera persona y novia de Jin: Namkyung. Tiene dieciocho años, es menor que Jin y más alto que él. Nada que lo fastidie. Por el contrario, parece bastante feliz de que su novia sea más musculosa y alta que él. Jeonggoo admite que su atracción a las mujeres surgió por culpa de Namkyung.

La conoce desde casi siempre. Ni siquiera tiene en cuenta cómo llegó a conocerlos a ambos para empezar.

— ¿Otra vez problemas con el hada de las curaciones? —ironiza Namkyung encendiendo un cigarro—. Estás esperando demasiado de algo que no va a funcionar. —Jeonggoo sacude el humo con la mano.

— ¡Puede funcionar! Ella me sigue hablando. A de ser una señal ¿No? —repone Jeonggoo insegura.

—Puede—Corresponde Jin que enciende el cigarro con el de Namkyung—. Siempre y cuando no lo arruines. Escucha, es una cría mimada. Se espantan fácil.