Parece más fácil en las películas

Capítulo 22 - Warmness On The Soul

Capítulo 22 - Calidez en el alma.

Domingo.

Agosto. Verano. ¡El periódico que vi mientras desayunaba informó que, según el clima de hoy, rondaría los 31° C! ¡Eso es genial! Por cierto, el verano es una de mis épocas favoritas del año, pero también me gusta mucho la primavera y el otoño y el invierno...creo que todos. ¡Eso! Todos son importantes para mí porque sería completamente aburrido tener una sola temporada para toda la vida.

Ahora, en verano, puedo ir a la playa con más frecuencia sin tener que esperar a que entre los días habituales sin mucho sol ni lluvia. Sabes, sumergirte en el mar en un día gris es una experiencia horrible.

Increíblemente el verano trae a mis pensamientos a Lauren. Ya sabes, esa piel blanca suya, completamente sensible al tacto y a los rayos ultravioleta, no va con el sol en absoluto. Sin olvidar ese odio que siente por toda alegría tropical. ¿Cómo puede alguien odiar el sol? No lo sé, pero Lauren puede y lo hace.

Sonreí pensando en cómo Lauren odia el sol y odia la mitad de las cosas del mundo, tal vez más de la mitad. Por cierto, ¿qué es lo que Lauren no odia? A veces creo que incluso me odia, pero lo hace en el buen sentido. Sabes, hay dos tipos de odio. Lo malo sucede cuando odias algo o alguien y quieres que esté lejos de ti para siempre. Es un odio mortal. Y está el buen odio, que es que odias tanto algo, pero no quieres que se vaya.

A Lauren le gusta tenerme a su lado, ¿no es así?

—¡Camila! ¿Por qué no fuimos a una heladería cerrada con al menos aire acondicionado?

Escuché a la persona que odia el sol quejarse por vigésima tercera vez desde que pasé por su casa para tomar un helado. El día era demasiado hermoso para quedarme en una habitación viendo la televisión, así que la llamé para tomar un helado, pero lo que no dije fue que sería en el parque...al aire libre...

—¡Lolo! ¡Si dejaras de hacer tanto esfuerzo para quejarte, ahorrarías energía y no sentirías tanto calor! —Saqué un poco de helado del vaso con la cuchara y me lo llevé a la boca.

Estábamos sentadas, estratégicamente, en un banco entre dos árboles, así que teníamos buena sombra. La estrategia fue de Lauren. Llevaba ese sombrero suyo —que se ha convertido en su complemento favorito e inseparable ahora en verano— en la cabeza, comiéndose su helado a cucharaditas y quejándose de todo. Si una paloma aterrizaba en la rama equivocada, se quejaba. Si una hoja caía cerca de ella, se quejaba. Si una hormiga le tocaba el pie, se quejaba. Si hablaba, ella se quejaba. Si me quedaba callada...ella también se quejaba.

Por eso, decidí dejarla hablar a solas un rato y simplemente mirar el lugar. El cielo estaba completamente azul y despejado, el sol brillaba, los niños lamiendo sus helados con sus madres listos para limpiarlos, la gente paseando a sus perros, otros haciendo ejercicio...La población disfrutaba del verano mientras Lauren murmuraba sin cesar.

—¡Camila, mira esto! —Levantó su pequeño vaso frente a mi cara. —¡Se derritió! —Habló como una niña indignada.

—Si lo tomaras rápido, no se habría derretido. —Metí la mano en el fondo de mi vaso para tomar el último sorbo de helado y me lo llevé a la boca.

—¡Ese sol tiene la culpa! Pago el helado, ¡pero tengo que consumir chocolate con leche! Si quisiera beber leche con chocolate fría, ¡lo haría!

—Entonces finge que lo quieres y bébetelo de inmediato. —Dije y me levanté, yendo al contenedor de basura más cercano.

—¡Camila!

Respiré hondo y tiré el vaso y la cuchara a la basura. Hoy Lauren estaba extrapolando su nivel de aburrimiento y mi nivel de paciencia.