«Lo único que vale la pena en la vida es la belleza y la satisfacción de los sentidos»
Im Jae Beom es un joven que trabaja en una prestigiosa empresa. Es un buen ciudadano, responsable, educado y muy bien parecido.
Es prácticamente perfecto ante los...
Suspiró pesado al recargar su espalda en la silla de cuero café, le resultaba molesto observar tantos errores en un par de páginas. Llevó algunos mechones rebeldes que se encontraban en su frente, hacia atrás para intentar calmarse, luego giró un poco en dirección a la ventana, en último recurso de distraerse. Detestaba tanto a los nuevos, aún sabiendo que él un día fue como ellos.
Im Jae Beom, un hombre realmente atractivo a la vista, con rasgos finos que no opacaban en absoluto su masculinidad. Su cabello era tan oscuro como la noche, y lo había dejado crecer desde hacía unas semanas, aunque de cualquier manera siempre lo terminaba peinando hacia atrás para que no estorbara en su vista.
Su mirada era tan afilada que podía hacer temblar a todo ser con sólo tenerla unos segundos encima, sin embargo, aquella sonrisa que mostraba a los de su alrededor era capaz de cambiar por completo su bello rostro, derritiendo cualquier corazón, sin excepciones. No por nada era tan popular con las chicas, ya que aparte de ser guapo e inteligente, era considerado una persona amable y atenta.
Él, a sus apenas veintiséis años de edad ya fungía como jefe de redacción en la editorial, gracias a su gran carisma y talento, pues igualmente compartía una gran parte de funciones como director creativo para la revista de moda Spell, en la que trabajaba desde hacía cinco años. Simplemente Jae Beom era el más grande modelo a seguir; joven y con una vida tan perfecta.
—¿Director-nim? —interrumpió una voz femenina, luego de un par de golpecitos a la puerta
Era su secretaria, Ahn Hee Yeon, tan sólo dos años mayor que él, la cual de hecho, pronto cumpliría un año en su puesto, luego de que la anterior asistente dejara el empleo debido a su embarazo, pues al parecer ella deseaba dedicarse más a su familia. Aunque a Jae Beom no le había parecido esto, se había adaptado rápido a Hee Yeon, seguramente porque no era alguien tan joven.
—Sí, ¿qué pasa?
—Wang Jackson-ssi quiere hablar con usted
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—¿Podrías decirle que estoy muy ocupado? —La chica movió sus dedos, nerviosa, sobre la tableta que cargaba en sus manos
—Dice que es urgente —Jae Beom suspiró, acomodando su asiento, y asintió
—Bien, que pase —Pero antes de que ella pudiese salir a hablar, la puerta fue abierta por completo, mostrando a un castaño sonriente
—Gracias, Hee Yeon-ssi, yo me encargo —La mencionada miró a ambos y luego de una ligera reverencia, salió. Im al fin pudo mostrar su inconformidad
—Estoy algo ocupado. ¿Qué necesitas?
—Oh, hyung, hace tiempo que no nos vemos. ¿No me extrañaste? —Se acercó un par de pasos con sus manos detrás, casi como si quisiera presumir la costosa ropa informal que portaba. Pero al ver que el mayor no cedería a sus encantos, bufó—. Bien, sólo venía a entregarte algo