«Lo único que vale la pena en la vida es la belleza y la satisfacción de los sentidos»
Im Jae Beom es un joven que trabaja en una prestigiosa empresa. Es un buen ciudadano, responsable, educado y muy bien parecido.
Es prácticamente perfecto ante los...
Su alarma le hizo fruncir el ceño como todas las mañanas debido al ruido, sin embargo, esa ocasión se sentía con energía, así que sin queja alguna se movió para alcanzar el aparato que se encontraba sobre su mesita de noche, percatándose así del brazo que le rodeaba por un costado. Suspiró, pulsando el botón que ponía fin al sonido para regresar a su sitio por un momento.
Agradecía que el vino no le hubiese causado resaca o su sacrificio no hubiese válido lo suficiente la pena. Miró al hongkonés, quien se veía tan tranquilo entre las sábanas sin tener intenciones de despertar. Se preguntaba cómo a alguien con tan buena forma física y un cutis muy bien cuidado le terminaría gustando que otro hombre lo sodomizara, más específicamente él, que no lo trataba con ninguna delicadeza.
De todos modos no era su asunto y poco le importaba si a ese castaño sólo le gustaba hacerlo así o si también se acostaba con chicas, no era algo que le interesara saber. Así que intentó hacer a un lado el brazo ajeno, para ponerse de pie, pero el menor se giró, frunciendo ligeramente el ceño al ser despertado. Su vista se enfocó en el pecho contrario, notando que quizás se había pasado con las marcas que dejó.
—¿Qué hora es? —Jae Beom miró el reloj a su lado
—Seis, treinta y ocho
—Hm, es muy temprano aún —Tomó la almohada que yacía bajo su cabeza y la colocó frente a su rostro. Una oportunidad que el azabache desperdició
—Una hora para la ducha, otra para comer y media de camino
—¿Realmente tardas tanto?
—No me gusta estar apresurado —Jackson hizo a un lado la almohada, sonriendo
—Entonces ¿puedo dormir otro rato?
—¿No vas a bañarte?
—Después de ti —Acomodó de nuevo el cojín bajo su cabeza—. Al menos que entre contigo —Im alzó ligeramente las cejas, considerándolo, pero se contuvo
—Demoraría mucho —Se levantó y el menor soltó una pequeña risa
—Bien, te esperaré
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Caminó por el pasillo hasta llegar al baño, al entrar, miró su reflejo en el espejo durante unos segundos, verificando que no tuviese ningún defecto, no obstante se percató de una extraña mancha justo debajo de su quijada en el lado derecho. Se acercó más, tocando levemente con la yema de sus dedos y frunció el ceño al comprobar que no se podía quitar. Jackson se había atrevido a dejarle un chupetón y ni siquiera se dio cuenta.
Suspiró caminando hacia la regadera sin darle demasiada importancia, de cualquier manera no podía decir algo al respecto, él le había dejado al hongkonés casi una decena por todo el pecho y cuello, no había ningún problema ello, muy apenas se veía, incluso con un poco de maquillaje podría cubrirse fácilmente. Valía la pena si ya no se encontraba con ese molesto estrés que lo atosigaba.