AL DÍA SIGUIENTE
BANGKOK, TAILANDIA
LISA'S POV:
solté un suspiro, viendo mi habitación vacía y sin nada de vida. Lo único que había en el lugar, era mi cama descubierta y el bote de basura azul, que tenía desde pequeña. Mis maletas estaban en la sala, mientras que las cajas con mis pertenencias se encontraban siendo subidas en el camión de las mudanzas.
Era la última vez en mucho tiempo que vería esta habitación y me dolía saber que aquí, dejaba momentos inolvidables. Había crecido en estas cuatro paredes y vivido muchas cosas que marcaron mi vida, en su tiempo. Si, era solo una habitación, pero había sido testigo de muchas cosas tanto tristes cómo felices y eso la hacía especial.
Al menos, para mí.
— Pranpriya, el camión de mudanzas se acaba de ir. —oí a mi padre decir desde afuera y limpié la lagrima que descendió por mi mejilla, antes de girar sobre mis pies y verlo parado bajo el marco de la puerta—. ¿Qué haces a la mitad de la habitación?.
— Guardando en mi mente cada detalle de ella. —respondí, dándole de nuevo la espalda a mi padre—. Voy a extrañar mucho este lugar.
— Y yo, voy a extrañar mucho verte rondar por la casa. —escuché los pasos de mi padre acercándose a mi y segundos después sentí cómo una de sus manos, se posaba en mi hombro—. Cuando vuelva en dos semanas, me sentiré bastante solo. —me dijo y pude escuchar cómo su voz se rompía—. Después de que tu madre murió y quedáramos solos, me prometí a mi mismo nunca dejarte y estar siempre a tu lado y... ¡Dios!, no sabes lo doloroso que está siendo para mí, llevarte conmigo y regresar sin ti. Creo que... desarrollé apego emocional hacía a ti.
Sonreí permitiendo que las lágrimas que se acumularon en mis ojos, rodaran por mis mejillas y me giré rápidamente para lanzarme sobre mi padre y abrazarlo. Él, era mucho más alto que yo, por lo que mi cabeza, quedaba justo debajo de su pecho.
— No desarrollaste apego emocional, papi. Solo estás triste porque nos vamos a separar. —le dije, entre sollozos—. Pero no es un para siempre, volveré a ti cada cierto tiempo y nos mantendremos siempre en contacto. —aseguré—. Jamás estaremos lejos, mientras vivamos en el corazón del otro.
— Mi bebé. —dijo mi padre, abrazándome con fuerza y llorando a mi lado—. Me cuesta mucho asimilar que en un par de semanas empezarás tu vida en New York con tu novia. —yo asentí un poco emocionada—. ¿Sabes?, hay momentos en que me pregunto cómo harás para sobrevivir tu sola en un lugar lejano y desconocido para ti; pero luego recuerdo que ya no eres una niña, eres una mujer que está a punto de iniciar su vida universitaria junto a una chica maravillosa.
— No tienes de que preocuparte. Estaré bien y mientras Jennie esté a mi lado, nada saldrá mal. —me alejé de mi padre y lo vi directo a los ojos—. Ella, me mantiene siempre con los pies en la tierra.
— Lo sé, es por eso que pondré todo de mi, para que la cirugía sea todo un éxito. —mi padre dijo acariciando mi mejilla con su mano—. Quiero verte feliz y te ayudaré a que lo seas.
— Muchas gracias, papá. —volví a abrazarlo, pero esta vez, no hubieron lágrimas, solo le mostré todo el amor que sentía por él y lo agradecida que me encontraba, por tenerlo cómo padre.
Estuvimos por varios minutos abrazados, disfrutando del emotivo momento y guardando en nuestra mente la sensación de nuestros brazos y la calidez de nuestra cuerpo. No sabía por qué, pero este se sentía cómo si fuera el último abrazo que nos daríamos en la vida.
Nos separamos cuando mi teléfono empezó a sonar. Lo saqué del bolsillo de mis jeans y sonreí al ver que se trataba de la alarma que había colocado al despertar.