GANGNAM SEÚL
BLUE ROOM
JENNIE'S POV:
— Nayeon, soy Jennie, esta es la tercera vez que te dejo un mensaje de voz —dije, caminando de un lado a otro en aquella sala privada que Lapo Elkann, había conseguido para la reunión—. Se suponía que estarías aquí a las nueve de la noche, pero ya son las nueve con treinta minutos y tu sigues sin aparecer. Necesito que estés en este lugar ahora mismo y si puedes trata de contactar a la señorita Manoban, que tampoco ha llegado.
Di la llamada por terminada y recargándome en la pared solté una gran bocanada de aire tratando de calmarme. Odiaba que las personas fueran impuntuales y más cuando se trataba de reuniones importantes que involucraban a la empresa.
— ¿Amor, lograste contactarte con ella?. —Woo-Shik, preguntó acercándose a mi y negué cómo respuesta—. Bueno, tendrás que hacer algo al respecto por su falta de compromiso, pero eso será luego. Ahora lo que realmente importa es iniciar la reunión. El señor Elkann, ha empezado a beber y sabes que si logra emborracharse antes de que la reunión empiece, todo habrá sido en vano.
— Lo sé, pero no puedo empezar sin Nayeon. —dije viendo al techo de la habitación. Escuchando las risas de Lapo Elkann, provenientes de atrás—. Ella es quien lleva el control en las reuniones, tomas mis notas y siempre me recuerda los puntos a tratar.
— Yo puedo ayudarte. –respondió rápidamente Woo-Shik, llamando mi atención—. No tengo la preparación de Nayeon, pero puedo tomar nota de todo y ayudarte en lo que sea útil.
Sonreí con ternura al escucharlo hablar. Woo-Shik, era un ser tan puro y dulce. Era en estos momentos donde me daba cuenta de la razón por la cual había aceptado tener una relación con él. Era simplemente el hombre que cualquier mujer quería.
Cualquier mujer, menos yo.
— Bien, tomaré tu palabra. —me acerqué a él y besé su mejilla antes de ir de vuelta al fondo de la habitación, donde Lapo Elkann, reía con las dos chicas que habían llegado cómo sus acompañantes–. Señor Elkann, ya vamos a empezar con la reunión.
— Claro, ¿tu equipo de trabajo ya ha llegado, bella?. —preguntó amable con un acento italiano bastante marcado.
— Aún no, pero no podemos perder más el tiempo esperándolas. —dije, sentándose en el sofá frente a él, cruzándome de piernas—. Usted sabe que los negocios nunca se detienen.
— Lo sé piccola, mi abuelo siempre decía lo mismo. —respondió, entregándole su copa de champagne a medio tomar a una de las chicas—. Pero los negocios no lo son todo, cara. No en esta vida donde hay muchas cosas por vivir y disfrutar. —dijo con una pequeña sonrisa–. Así que tomemos esto con calma y sin precipitaciones, que no soy ninguno de esos empresarios obsesionados con su trabajo. ¿Esta bien, cara?.
Asentí con una sonrisa y solté un poco de aire viendo al hombre frente a mi, con una sonrisa radiante en su rostro. Lapo Elkann, un hombre elegante y bastante atractivo para sus 43 años, también era el director ejecutivo y accionista mayoritario de Fiat Automobiles.
Entre los empresarios era conocido cómo el tiburón de los negocios y en las revistas de farándula, cómo el heredero de Fiat que manchó el apellido de la familia.
Sea cual sea la forma en que se le conociera, a Lapo Elkann, parecía no importarle. Para él, lo único importante era vivir su vida a su ritmo sin importarle la opinión de los demás.
— Bien bella, ahora que te veo más relajada es momento de empezar con esta reunión. —el hombre, cambió su expresión despreocupada, por una más seria, pero sin dejar de verse tranquilo y sereno—. Verás cara mia. En unas semanas será él...