GANGNAM, SEÚL
PENTHOUSE DE LISA
LISA'S POV:
Solté un fuerte bostezo, estirando mis brazos hacia los costados por sobre mi cabeza, sintiendo con las manos la suavidad de las almohadas. Mis ojos seguían cerrados a pesar de sentir en mi rostro los rayos del sol, que se colaban a través de las delgadas cortinas que cubrían las ventanas de la habitación.
Mis párpados se fueron abriendo lentamente mientras quitaba de mi cuerpo la sábana y me sentaba a la orilla de la cama, enfocando el lugar donde había pasado la noche. Era la misma habitación lujosa, con una vista paradisíaca en la que frecuentaba despertar; pero esta vez era diferente, no se sentía fría ni solitaria, sino todo lo contrario, era un lugar cálido y acogedor, cómo lo era un verdadero hogar.
Una pequeña sonrisa se dibujó en mis labios al ver la ropa de mi esposa, tirada a los pies de la cama, sin preocupación alguna a que alguien entrara a visitarme y descubriera que ella estaba aquí. Ya no teníamos que escondernos, por fin podíamos ser libres.
Tomé una camiseta blanca y unos pantalones de chándal holgados del clóset, antes de salir de la habitación e ir en busca de Jennie. Mis ojos se cerraron con satisfacción por unos segundos, cuando al llegar a las escaleras, sentí el delicioso aroma del desayuno recién hecho. Sujetándome del barandal de cristal, bajé hasta el primer piso, escuchando a mi esposa cantar desde la cocina.
La sonrisa con la que había despertado, se hizo el doble de grande al llegar a la cocina y encontrarme a Jennie, balanceándose de un lado a otro, mientras colocaba nuestros platos sobre la encimera.
— Veo que te diviertes. —dije, consiguiendo que se sobresaltara de repente y me observara con una radiante sonrisa en el rostro—. Y veo también que estás muy feliz.
— Esto es lo que siempre soñé. —respondió, colocando un cuenco con fruta picada al centro.
— ¿Cocinar?.
— Si, pero cocinar para mi esposa, después de haber haber hecho el amor toda la noche y despertar a su lado en la cama, aferrada a su cuerpo. —respondió, provocándome un leve sonrojo.
— Yo también soñaba con lo mismo. —respondí, caminando hasta llegar a su lado y abrazarla desde atrás, con amor—. Es bueno que ahora sea toda una realidad y no algo que parecía inalcanzable.
— Lo sé. —respondió Jennie, pegando su espalda a mi pecho—. Pero no es momento para estar melancólicas, mejor vamos a comer que la comida se enfría.
— Cómo órdenes, mi amor. —dejé un suave beso en su mejilla, antes de tomar mi lugar en la encimera y observar con adoración todo lo que Jennie, había estado preparando—. Santo Dios, se ve bastante delicioso.
— No solo se ve, también lo está. —presumió Jennie, colocando frente a mi, un vaso de jugo de naranja antes de dejar un beso en lo alto de mi cabeza—. Vamos, come mi amor.
Asentí, viéndola alejarse en dirección de la refrigeradora; fue en ese instante en que me percaté de lo bien arreglada que Jennie, se encontraba. No llevaba una pijama cómo yo creía, sino un delicado vestido rojo que se amoldaba perfectamente a su deliciosa figura.
— Vaya, te ves preciosa. —susurré, viéndola regresar con un vaso de leche de plátano—. ¿Puedo saber a dónde vas?.
— A SINOPEC. —respondió ella, tomando asiento al otro lado de la encimera, quedando frente a mi—. Hoy, es el nombramiento de Nayeon y Jeongyeon y tengo que estar presente para hacer el traspaso oficial.
— Mierda, lo había olvidado. —dije apenada, metiendo un trozo de fruta a mi boca y masticándolo hasta poder tragarlo—. ¿Quieres que te acompañe?.