Capítulo 25

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Narrador Omnisciente.

Había un reloj de manecillas en forma de búho como decoración sobre aquellas paredes color amarillo pastel. Las pequeñas agujas se movían con su típico bajo ritmo casi silencioso, pero constante, dándole a entender a Camila que el tiempo estaba pasando, que ya desde hace mucho rato tuvo que haber estado lista para su turno en Erotic, pero en cambio, aquel sonido parecía susurrarle que debía cerrar más fuerte los ojos y descansar, que olvidara partes del día, momentos específicos que le hicieron sentir que estaba montada sobre una montaña rusa cayendo a alta velocidad dándole un lindo revoltijo en su estómago.

Se encontraba boca abajo tirada como un saco de patatas sobre las sábanas revueltas del colchón pensando en el beso con Lauren. La sensación de cosquilleo aún no quería irse de sus labios húmedos ¿por qué? Había sido su primer beso y, aunque no lo esperaba de esa manera o de una forma más romántica, no podía evitar sentir algo de decepción. Su único consuelo era que al menos se lo había dado alguien de confianza, alguien que la quería y la apreciaba como lo hacía la chica de ojos verdes; sin embargo, por más que intentaba restarle importancia, porque consideraba que no la tenía, su propia risa le hacía irritar tras recordar el momento. Sin duda, había sentido algo en su interior, pero no podría asegurar si fueron nervios, incomodidad, o quizás algo más, algo que ni siquiera podía formular en su cabeza porque significaría entrar en un mundo de confusión y lo menos que ella quería era ilusionar a la ojiverde. En más de una ocasión le había dejado muy en claro a Lauren que no podía corresponder sus sentimientos porque su corazón le pertenecía a alguien más... pero ahora mismo, lo estaba dudando.

Camila se dio la vuelta para quedar boca arriba, mirando las falsas estrellas decorativas en su techo y se quedó ahí durante otros minutos hasta que Dinah volvió a tocarle la puerta, pero al igual que los anteriores intentos, la morena no respondió y, para Dinah, situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas. Camila casi se cae de la cama tras abrir mucho sus ojos a causa del susto provocado por su compañera, quien había roto la cerradura de la puerta. De pie, con un destornillador en la mano que sacó de quién sabe donde, se encontraba la rubia teñida mirando furiosamente a la menor.

—Respeto tu privacidad tocando la puerta, pero reafirmo mi autoridad como mejor amiga entrando de todos modos.

—¡Has roto mi puerta!

—Llevas más de una hora aquí dentro, me estas asustando, Chancho ¿que ocurre?

Camila se sentó lentamente en la orilla de la cama pasándose las manos por el cabello.

—Tengo algunas cosas perturbando mi mente. No quiero hablar de eso ahora.

Dinah se acercó para sentarse a su lado y con dulzura le acarició la espalda y parte del cabello con la mano libre que tenía mientras que la otra reposaba en su regazo aún con el destornillador apuntando hacia arriba. Camila intercalaba su mirada entre los ojos oscuros de su mejor amiga y el destornillador, decidiendo quitárselo disimuladamente.

—Te entiendo, Mila, ¿pero sabes que estoy aquí para ti, verdad? Puedes contar con mamá.

Camila medio sonrió, elevando en su mano la herramienta punzante.

—Ya lo creo. Gracias, Dinah. Te prometo que te contaré todo, pero después.

La rubia sonrió, empujando a la morena de la cama hasta hacerla caer al suelo.

—Muy bien, ahora mueve ese trasero que debes ir a trabajar.

Camila se hizo bolita sobre el suelo acolchado mientras soltaba quejidos de su boca.

—¡No quiero ir!

—Si quieres seguir viviendo en este lindo departamento, será mejor que te levantes ahora.

Quiero conocerte (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora