Capítulo 32

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Narrador Omnisciente.

Boca arriba, parecía una tortuga tratando de darse la vuelta por estar sobre su caparazón. El intento de arroz chino no había quedado tan mal después de todo luego de que ambas terminaran casi toda la olla. Camila había quedado tan llena que pensó haber aumentado unos dos kilos como mínimo y, aunque su cuerpo le pedía unos minutos más de vagancia, ya había quedado con Verónica para estudiar esa misma tarde. Así que sin mucho ánimo, se vistió lo más abrigada posible y salió del departamento directamente hacia su encuentro con la morocha.

Las pequeñas vacaciones que les daba la universidad les servía de poco para disfrutarlas ya que de igual manera el montón de actividades les esperaba al terminar las fiestas y, como Camila no quería bajar su rendimiento, prefería seguir el mismo ritmo que ha venido siguiendo ya que le servía para su cotidianidad. A veces sus planes de organización eran derribados por ciertos imprevistos, pero el resto del tiempo agradecía que su cuerpo se hubiese acostumbrado al trote.

En el auto, la calefacción hacia de las suyas al entibiar su trasero. A pesar de que los copos de nieve se rehusaban a caer del cielo, se sentían bastante presentes en el aire. Tras llegar a la pequeña librería en Ángeles, Camila se bajó del auto para atravesar las puertas de cristal del local; inmediatamente un bullicio inusual de niños le sorprendió luego de observar la estancia. Globos dorados y rojos colgaban de las paredes y una cantidad generosa de infantes estaba esparcida por los alrededores, sentados en las mesas y sillones con sus respectivos representantes. Al fondo del espacio, junto al escritorio de pedidos, había un hombre disfrazado de Santa Claus leyendo cuentos a los más pequeños. Montones de cajas dificultaba la travesía de caminar por la alfombra, pero Camila se las arregló para llegar hasta la recepción donde una muy entretenida Ally escuchaba los cuentos de Santa.

—Hey, Ally.

La rubia se volteó hacia la voz que le llamaba, dándole a la castaña una sonrisa de oreja a oreja.

—¡Mila!- saludó —¿Estas aquí para donar?

La pregunta de Ally absorbió la curiosidad de Camila. La pequeña rubia le contó sobre el evento que se estaba realizando en ese momento debido a las fiestas. Todo había sido idea de la abuela de Lauren, decidiendo invitar a todos a donar libros a las escuelas públicas y participar de un buen rato con Santa Claus con el fin de alegrar un poco la navidad de los niños.

—¡Cabello!- alguien gritó en su oreja, haciéndola asustar antes de responderle a Ally.

—¡Verónica!- exclamó sobando su oreja mientras oía la risa de Ally por detrás.

Su compañera de clase parecía haber estado un buen tiempo dentro del local pues sobre su cabello oscuro resaltaba un bonito sombrero verde estilo elfo.

—A ti si que te ha asaltado el espíritu de la Navidad ¿no es así?

Verónica solo se encogió de hombros.

—Trabajo con niños, algunos de los que cuido están aquí y me alegra que se la estén pasando bien.

—Ya, pero ¿Dónde vamos a estudiar ahora?

Verónica no hizo otra cosa que rodar sus ojos oscuros. Se suponía que ella era la becada y era ella quien más debía esforzarse para mantener su promedio, pero viendo el ambiente de las fiestas ¿por qué no disfrutar un poco y alejarse de las actividades? Le debía a su cuerpo y a su mente un poco de diversión y tranquilidad.

—Relájate un poco, Mila. Podemos estudiar mañana en tu departamento.

Camila no estaba muy convencida, pero aceptó de igual manera tras ver los pulgares arriba de Ally.

Quiero conocerte (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora